DOMINGO XXI -Ciclo C-

Domingo 24 / Ago
Lc 13, 22-30
La puerta estrecha 

La Palabra de Dios hoy trae a nuestra reflexión un problema que ha preocupado a los hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas la religiones, el problema de saber quienes y cuántos se salvan, el problema en el cristianismo de la predestinación. 

A Jesús no le importa el cuánto (el número), a Jesús le importa el cómo (quienes) La pregunta trata sobre el número; sobre ¿cuántos se salvan: si muchos o pocos? Jesús, respondiendo, traslada el centro de atención del cuántos al cómo se salvan: «Les dijo: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán"».

Es el modo de salvarse lo que le importa a Jesús, no el número de salvados, porque ese número según el Apocalipsis es incontable (Ap 7, 4.9). Aunque los testigos de Jehová se empeñen en creer que serán solo los 144 mil, ignorando de este modo la simbología de la visión del apocalipsis (144 mil es el cuadradado de 12, el número de la tribus de Israel multiplicado por 1000). 

Isaías y el evangelio ponen claro que la salvación no está reservada a unos pocos nacidos en un lugar o religión específica. Más bien, es un llamado abierto a todos, sin distinción. “Vendrán muchos de Oriente y Occidente…” 

Dios tiene el deseo de alcanzarnos a todos a todos sin exclusión, de rescatarnos del pecado y de la muerte, de salvarnos de una eternidad sin Él. ¿Qué podemos hacer? No es nada fácil, Jesús tampoco quiere generar ilusiones.

Jesús quiere que entiendas el grado de exigencia, que entiendas que es como pasar por una puerta estrecha, que es el camino que el mismo Cristo tomó para salvarnos. Se trata de asumir el sufrimiento y la corrección como algo necesario para crecer y construirnos en los valores del Reino que pedimos todos los días al Padre. Se trata de aceptar las pruebas y dificultades como oportunidades de crecer en fe y virtudes.

Hoy la Palabra de Dios nos invita a mirar el camino de la fe como una puerta que conduce a la vida plena. No se trata de una puerta ancha, fácil, cómoda, sino de una puerta estrecha, que exige esfuerzo, decisión y fidelidad.

El Señor nos invita a revisar nuestro camino:¿Estamos pasando por la puerta estrecha de la fe, la oración, la caridad?
¿O buscamos atajos fáciles que no nos transforman?
Pidamos la gracia de vivir con alegría y confianza, sabiendo que Dios nos corrige porque nos ama, como nos dice la segunda lectura; y que su Reino está abierto para todos los que lo buscan con sinceridad. 

Pasar por la puerta estrecha no es fácil, pero nos lleva a la vida verdadera. Pidamos al Señor que nos dé fuerzas para entrar por esa puerta, con alegría, confiando siempre en su amor.
¡Qué así sea!


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