GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA


La Virgen de la Cabeza en mi pobre cabeza.
Mi Testimonio y Acción de Gracias (10 de Agosto de 2025)

Hace tres años, por una condición neurológica degenerativa, de la que padezco desde que tenía 42 años, mezclado con reiterados contagios  de covid, entré en un cuadro muy grave de salud, que muchos de ustedes conocieron. 

Mi movilidad, mi coordinación, mi equilibrio y hasta mi memoria se vieron afectadas. Tanto que llegué a quedar como esos cacharros electrónicos cuando son reseteados, cuando se les borra toda la memoria para empezar de nuevo. 

Y realmente empecé de nuevo, gracias al cielo recuperando mi historia, mi pasado, mis sentidos, pero era como un volver a empezar porque la enfermedad había sido como un morir. Desde que empecé a tomar conciencia de lo que había pasado, hay cosas que aún no entiendo ni vale ya la pena querer entenderlo, comencé también a tomar conciencia de que debía dar gracias, y eso pasaba ante mi como una obligación.

Comencé por darle gracias a Dios, a la Virgen, a mis hermanos los santos, a Santa Rita y a San Juan de Dios, a mis hermanos los santos de la puerta de al lado que me ayudaron con su oración y su solidaridad, a esta diócesis de Granada, a sus obispos, a todos ustedes hermanos y hermanas de las parroquias que se me habían asignado, de manera especial esta de Montejicar de la que tuve el oficio de Párroco in solidum. 

Y hoy, precisamente el día que celebraís a la Virgen de la Cabeza, Dios me ha dado el regalo de estar con vosotros celebrando la mayor acción de gracias, la Eucaristía. 

María no es una intercesora más, María es La Intercesora, la que está más cercana a quién puede obrar en nosotros los milagros, la que está en el corazón del Hijo, en la Cabeza del Padre, en las Manos del Espíritu. 

Es ella, la Virgen,  la que pone en el seno de la Trinidad Santa nuestras intenciones, nuestras oraciones, nuestras necesidades. Yo estoy seguro y tengo la certeza de que no me fui de este mundo por vuestras oraciones y la de otros tantos y muchísimos hermanos y hermanas míos venezolanos.

Todas esas incesantes plegarias tenían a la vez un matiz y una particularidad especial desde cada lugar en la que se dirigían. Desde aquí desde Montejicar se que la Virgen escuchó las peticiones de milagros que hacíais vosotros por mi. 
Sharon debe recordar cuando una vez le dije que de mi maleta, ya estando en Venezuela, había aparecido una estampa de la Virgen de la Cabeza. Es verdad que de seguro yo me la había llevado, pero lo bonito es que era su imágen, no cualquier otra, era la Virgen de la Cabeza. ¡Y la recordé!, recordé aquel Mayo del 2022 en el que la bajé y la subí a su Ermita, y recordé las Misas que en su conmemoración hacéis mensualmente a Ella. 

Enseguida empecé a investigar. Lo primero que me pregunté fue: ¿Por qué Cabeza? El internet me hizo saber que es Cabeza porque apareció en un cerro que en estás tierras de Andalucía se llama el cerro de la Cabeza. Pero aún así intuía que podía ver algo más, algo que el nombre de esta advocación sugiriera mucho más que un punto geográfico. 

Aquí entonces llegó la luz y desde mi experiencia de fe y de curación empecé a darme cuenta que la Virgen había alcanzado de Dios en mi un milagro: me había curado de mi pobre y débil cabeza. 

Vivimos en un mundo muy expuesto a la pérdida de la salud mental. Nunca antes se habían notado tantas enfermedades con causas en el deterioro del sistema neurológico. Desde las más graves como el Alzheimer y el Párkinson, pasando por los profundos cuadros de depresión orgánica en todos sus niveles y llegando a los padecimientos de las enfermedades neurológicas de los más inocentes, de nuestros niños y adolescentes.

Yo estoy convencido de que el enemigo de Dios tiene mucho campo de acción en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, en nuestros afectos. El diablo no puede actuar de otro modo, solo a nivel espiritual actua, solo en nuestra alma. Y estoy también convencido que todas estas enfermedades son enfermedades del alma. Y me disculpan los medicos si les parece que estoy equivocado en lo que digo, pero escribo y hablo desde mi condición de sacerdote católico, no puedo hacerlo de otro modo. 

Es también en nuestra mente, en nuestra cabeza, en nuestra capacidad de pensar y decir, dónde Dios puede y quiere estar. Nuestra alma es también su templo, si se lo permitimos.  Porque Dios no nos asalta, ni nos invade, Dios no es ocupa. Dios respeta nuestra intimidad, sin nuestro consentimiento no actúa. Contrario al maligno que es un ladrón. 

La Virgen María alcanzó mi curación y Dios ordenó mi cabeza para su Mayor Gloria. Yo hoy agradezco la enfermedad por la que pasé, aunque no lo entienda, estoy seguro que Dios la permitió para que me pusiera a disposición de ese combate que tenemos que librar todos los días contra las insidias del maligno, contra las acechanzas del mal. 

Para que el demonio no se apodere de nuestro espacio espiritual, de nuestra alma, tenemos que orar, pero orar siempre y sin desfallecer. Cuándo oramos el demonio no tiene la capacidad de fastidiarnos porque el queda muy debilitado y atormentado cuando en nuestras cabezas, en nuestros pensamientos, están los nombres de Jesús y de María. 

Por eso nuestra oración de repetición, como el Santo Rosario, tiene tanto poder.  Está comprobado, incluso desde las ciencias humanas de la psique que el Santo Rosario tiene ese poder. Y a nosostros no nos hace falta que ningún psicólogo venga a decírnoslo, porque nosotros sabemos que el diablo ante el nombre de Jesús y de María va siempre de retro.

El mayor milagro que la Virgen me alcanzó no fue solo el reestablecer mi salud, porque algún día mi salud se volverá a echar a perder, o a lo mejor no, pero lo que si es seguro es que en este mundo no me voy a quedar, que de aquí me voy a ir y nos iremos todos.  Por eso el mayor milagro, más que mi salud,  fue el que en mi cabeza ahora está a tiempo completo, y siempre en primer lugar, el nombre de Jesús y de María. 
Este pobre cura, débil y pecador, les invita a rezar el Santo Rosario, rezar no es una empresa difícil. Les invito a ir a la Eucaristía y no solo el Domingo, también los días de semana que puedan. Les invito a vivir siempre en sintonía con Dios, con su Palabra, con su Amor. El está a la puerta y toca, solo tu puedes abrirle. No esperes que tú estés en el otro lado y seas tu el que tengas que tocar, porque no sabrás si podrán abrirte, abre la puerta ahora tu que puedes y deja entrar a Dios en tu vida. ¡Gracias, Gracias, Gracias! 



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