DOMINGO XVII -Ciclo C-

Domingo 27 / Jul
Lc 11, 1-13
Padre Nuestro

Es un tema muy importante este tema de la oración del Padre Nuestro, tanto que la llamamos la oración del cristiano. 

El Señor en el evangelio de hoy tiene como objetivo enseñarnos a pedir, sin miedo y con insistencia. Pero es necesario que antes de eso aprendamos a distinguir lo que es pedir, de lo que es exigir. A Dios no le exigimos, a Dios le pedimos con humildad y con respeto, sabiendo que Él es Dios. 

En la vida cotidiana, ¿Tu te acercas a alguien a pedir un favor con exigencias? Si es un derecho es otra cosa, pero si es un favor no te acerques exigiendo un favor, porque te vas a cerrar tu mismo la puerta; tu no puedes pedir un favor con altanería, con malas palabras y hasta dando un golpe en la mesa. Eso no es un favor que se pide, eso es una exigencia o un chantaje. 

Cuando uno se acerca a alguien a pedir un favor se acerca con humildad y con respeto, sabiendo que el otro puede negarse y que además no tiene la obligación de hacerte el favor. Como consecuencia, como no te hace el favor por el motivo que sea, tu no tienes derecho a ponerte bravo con esa persona. ¡Ojo! Eso es lo que hacemos muchos católicos con respecto a Dios. 

Por eso muchos entran en crisis de fe, porque Dios no les concedió lo que habían pedido. En realidad nunca pidieron, solo exigieron. Nunca pidieron, porque cuando uno pide es consciente de que si el otro no te lo da tendrá sus motivos a veces evidentes y a veces motivos que tú no podrás entender. En el caso de Dios hay que excluir el egoísmo, pero en el caso de los hombres eso pudiera pasar, que te digan: 'no me da la gana de ayudarte' 

Pero es un favor, tu no puedes molestarte con esa persona. Tu pide con respeto y con humildad pero recuerda que el otro no tiene obligación de hacerte el favor y tú no puedes molestarte, y si te lo dan agradeces. 

Por tanto: Respeto, humildad, no molestarte cuando no te lo dan y agradecer cuando te lo dan. Pero agradecer no solo con la cortesía, sino también demostrándolo con las obras. 

Respeto. ¿Respetamos a Dios? ¿Somos consciente de que Dios es Dios? En el judaismo y más en el islamismo, hay mucho respeto a Dios; entre los cristianos el respeto a Dios es muy vulnerable. Yo soy hijo de Dios sí, pero adoptado, rescatado, no de su misma naturaleza. Antes de ser su hijo, soy su criatura. Él me creó. Creemos que porque Dios me ama y es mi Padre yo no tengo por qué guardarle respeto. Dios es Dios y le debo respeto a Dios. 

Y eso se nota mucho, y pongo un solo ejemplo: cuando se entra a la Iglesia y no se saluda de primero al Señor en el Sagrario, o cuando nos referimos a Él con diminutivo como chuchito, Diosito, mi pana, Dios es pana, etc. Dios es El Señor. Primero respeto. ¿Me acerco a Él con respeto? ¿O de igual a igual?

En nuestra oración tenemos que empezar por allí. ¿Pretendo que Aquel a quien le falto el respeto me ayude? ¿Me acerco a Él a pedirle algo o a exigirle? ¿Las veces que me ha ayudado antes no le he dado gracias con mi vida y con mis obras y pretendo que me siga ayudando en la próxima vez? ¿Y encima me extraño de que mis oraciones no son escuchadas?

Si lo hiciéramos con cualquier persona eso sería inviable, no obtendríamos el mínimo favor. Porque iríamos en vez de a pedir, a exigir con soberbia y después si por cualquier cosa nos hicieran el favor se encontrarían decepcionados por nuestra ingratitud. Sin estas condiciones previas la oración, y la oración de petición, está llamada al fracaso. -Respeto, humildad, agradecimiento-,  son esas las primeras condiciones para pedir. 

Y luego, ¿qué tenemos que pedir? Nos lo dice el Padre Nuestro. Son siete peticiones, una de ellas es el pan de cada día, en la que más nos afincamos. En realidad nuestras peticiones se encuentran solo en lo material, y no es que eso esté mal, sino que eso no podemos ponerlo de primero, no pueden ser exclusivamente materializadas. En el Padre Nuestro El Señor nos lo enseñó así: Santificado sea tu Nombre, Venga tu Reino, Hágase tu Voluntad, no nos dejes caer en la tentación, libranos del malo. 

¿Le pides al Padre que te ayude a ser santo como El quiere que lo seas? Santa Teresa de Jesús decía: «tengo que tener cuidado con lo que pido a Dios, porque todo lo que le pido me lo concede», y San Juan de Ávila decía: «el sacerdote tiene que tener la experiencia de que lo que pide a Dios, Dios se lo concede, no para él, sino para sus fieles». Estos santos han pedido en primer lugar con insistencia, con humildad, con lágrimas en los ojos han pedido la santidad. Hagamos nosotros lo mismo. 

El Señor dijo: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás le vendrá por añadidura». Pidamos al Señor con humildad: «Señor yo quiero ser santo, yo soy un pecador, pero yo Señor quiero ser santo, ayúdame a ser santo». Y después pídele por los que no tienen trabajo, por los que están enfermo, por la Patria, por los inmigrantes; pero primero Señor, con humildad te lo suplico, yo quiero ser santo, ayúdame a ser santo. ¡Qué así sea! 

Entradas más populares de este blog

Algo de mi, 25 antes y después.-

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -Ciclo C-

GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA