SAN PEDRO Y SAN PABLO

Domingo 29 / Jun
Jn 21, 15-19
«Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas»

Hoy celebramos la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, por ser pilares de la Iglesia lo celebramos en domingo, en el día del Señor, dándole gracias al Señor por estos dos grandes apóstoles de nuestra fe.

En el centro del fragmento evangélico de hoy está la palabra solemne de Cristo: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¡Cuántas cosas están contenidas en esta sencilla expresión: «mi Iglesia»! Ante todo, Jesús dice «mi» Iglesia en singular, no «mis» Iglesias. 

Él ha pensado y ha querido una sola Iglesia, una Iglesia unida. No ha venido a fundar un montón de iglesias independientes, mucho menos en competencia y en lucha entre sí. 

Vivimos en una época en que, gracias a Dios, las divisiones entre las Iglesias ya no están más aceptadas con resignación, sino como un escándalo y un pecado a superar.

Muy poco en común tenían Pedro y Pablo en cuanto a personalidades y en cuanto a circunstancias culturales. Su única cuestión en común era su pasión, tenían fuerza, tenían valentía, tenian arrastre. También Pedro y Pablo bajo esa pasión por la que se dejaban conducir cometieron errores; por un lado Pedro traicionando a su Maestro y Pablo persiguiendo a los cristianos. 

Pero el Señor los elige porque eran apasionados. El Señor necesitaba para ser fundamentos de su Iglesia a estos dos hombres entusiasmados, arriesgados, valientes, incansables, dispuestos a lo que fuera. 

Los dos confiaban en el poder del Resucitado, Pablo sabía en quién se fiaba y Pedro se veía liberado de las cadenas de las prisiones. 

Estos dos hombres, de convicciones firmes, se convirtieron en germen de las pequeñas comunidades que iban fundando. Por eso hoy celebramos a la Iglesia, hablar de Pedro y Pablo es hablar de la Iglesia, no la que la gente solo ve por las noticias, no solo la Iglesia de los escándalos que no negamos, pero hoy es un día también para ver la Iglesia Celeste. 

La Iglesia que nos viene del cielo, la que mantiene en todo el orbe hospitales, orfanatos, ancianatos, escuelas, universidades, comedores y tantas y tantas obras sociales en países incluso que ni siquiera son cristianos, pero son pobres.

 Esa es la Iglesia que está llevando la Buena Nueva del Resucitado como lo hicieron Pedro y Pablo a todo el mundo, a tiempo y a destiempo, sin desfallecer. 

Hoy es un día también para orar por el Papa, sucesor del Pedro, y por los obispos. Pidamos por ellos para que se mantengan fieles a la fe en la que tienen que confirmar a los discípulos de Cristo. Qué nos asista en nuestra vida cristiana la valentía y la pasión de estos santos apóstoles del Señor. ¡Qué así sea!

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