SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS -2025-
¡Alegrense conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Hoy celebramos la fiesta, la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Un día de extraordinario gozo. Mañana completaremos esta alegría celebrando la fiesta del Inmaculado Corazón de María.
¿Quién es para mi y para ti el Sagrado Corazón de Jesús?
En el evangelio se nos dice que está revelado a los sencillos. Pasa que vivimos en un mundo muy complicado y muy ensoberbecido que ha hecho difícil captar en profundidad esa revelación de Jesús en la sencillez y en la simplicidad de su corazón.
A los complicados es muy difícil que Dios se les revele. El libro de la Sabiduría dice que el Señor se revela a los que no exigen pruebas y se manifiesta a los limpios de corazón.
Vivir las bienaventuranzas pasa por tener un corazón sencillo y humilde, solo ellos viven cautivados por ese Corazón Sagrado. El Padre Arrupe, quién fue superior de los Jesuitas, le decía a sus hijos: "ustedes que dicen que han aprendido tanto de los pobres y humildes, aprendan ahora ustedes de los pobres a amar al Corazón de Jesús".
El Corazón de Jesús es la espiritualidad de los pobres, de los sencillos y humildes, de los que confían. Por eso es la jaculatoria más conocida: 'En ti confío'. Probablemente no confiamos en la vida de fe y en la vida cristiana porque confiamos poco en el Señor.
También el evangelio nos dice que es descanso del alma. Nada nos descansa más que el corazón que ama. Decía San Juan de la Cruz: "quien ama ni cansa, ni se cansa".
Dice Jesús en modo de promesa: "vengan a mi los que estén cansados y agobiados y yo los aliviaré, y encontrarán descanso".
En todo el evangelio es la única promesa que hace el Corazón de Jesús. A los que son mansos y humildes como su Corazón, Él les da el descanso del alma cuando entran en tribulación.
El amor nos descansa, en cambio el pecado, el egoísmo si nos agota. Nos agota la autoreferencialidad como nos decía el Papa Francisco; parecemos más seguidores de los fariseos que de Cristo, porque ellos se presentaban como modelos pero no enseñaban nada.
Hay niños que no se duermen sino solo en los brazos de su madre, porque uno solo descansa en quién se siente amado; y eso lo provoca el Corazón de Jesús que es una espiritualidad que sana los corazones heridos y afligidos. Por eso su promesa y su invitación: "aprendan de mi corazón..."
No nos pidió Jesús aprender a hacer milagros, o aprender a caminar sobre las aguas, o aprender a tener una gran sabiduría; pero si nos pidió en medio de nuestra pobreza y limitación a tener un corazón manso y humilde. Y si Él nos los pidió es porque podemos aprender, y si aún no encuentras el descanso pregúntate si estás recostando tu corazón al de Él como lo hizo el apóstol Juan.
Ese Corazón de Jesús revelado a los sencillos y que descansa el alma, también es un corazón que cautiva, un corazón que seduce, que enamora. Así dirá la oración postcomunio de hoy: "para que cautivados siempre por tu Hijo"; cautivar es entrar en la sintonía de su Corazón con el nuestro.
El Señor no es una carga, el Amor no es una carga. Es común encontrar hermanos nuestros viviendo la vida cristiana como una carga, y lo que es una carga siempre buscamos quitarla de encima. Que malo cuando el amor lo convertimos en una carga, cuando conviertes a tu familia, a tus hijos o a tu cónyuge en una carga; a tu vocación, la Eucaristía, la oración, la caridad pastoral en una carga; tu comunidad en una carga.
Cuando uno ha vivido al Señor como el Amor de los amores, se da cuenta que el Señor es lo mejor de nuestra existencia. El mundo de hoy tiene mucho interés en presentar a Dios como el aguafiestas de la vida, cuando Dios es la vida de la fiesta. Además es la única fiesta que no apaga nunca sus luces, la única fiesta que nunca termina porque es el Corazón del Señor en nuestro pobre corazón.
El Señor no puede ser una carga, su carga es ligera y llevadera. Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en el Corazón de Él, por eso es un Corazón que nos encanta y nos cautiva, en el que descubrimos el camino de la vida verdadera.
Lo que hoy tenemos que recordar, en primer lugar, es el amor infinito de Dios. Ese Sagrado Corazón ardiente, atravesado por una flecha de amor viva. Ese Sagrado Corazón que se entregó y se sigue entregando en cada Eucaristía como propiciación por nuestros pecados, como perdón por nuestros pecados.
Tenemos que decirle hoy al Corazon de Jesús que en lo bueno y en lo malo confiamos en Él, que nos ponemos en sus manos. Entendamos o no entendamos, nos ponemos en sus manos. Y que la noche nunca será tan oscura como para impedir que veamos una pequeña luz, una luz en medio de la oscuridad, la pequeña luz roja del sagrario, la luz que sale de su Sagrado Corazón ardiendo de amor por nosotros. ¡Qué así sea!