CORPUS CHRISTI 2025
Hoy estamos celebrando la fiesta de El Cuerpo y la Sangre de Cristo. Hoy es un día para celebrar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, eso lo hacemos todos los domingos; pero hoy lo hacemos recalcando el sentido de esa presencia real.
No es un alimento, aunque estemos ante una forma externa de alimento. La subastancia externa sigue siendo de pan y vino, pero la subastancia interna se ha cambiado en una persona, en Cristo. Eso es el milagro que los teólogos llaman "de la substanciación" Por lo tanto, la Eucaristía es una persona, no es un alimento, no es una cosa, no es algo, es Alguien.
Cuándo tratamos con algo, ese algo no tiene derechos, no tiene sentimientos, no tiene voluntad. Ese algo es algo totalmente dócil a tus deseos. No siente ni padece. Ese algo no puede decirte lo que quiere.
En cambio cuando tratas con una persona es completamente distinto, tienes que preguntarle a esa persona: ¿qué tengo que hacer yo para entrar en comunión contigo? ¿qué tengo que hacer yo para poder entrar en esa intimidad extraordinaria que representa que esa otra persona entre dentro de ti, sea comida por ti, y a la vez te transforme en Él. Porque eso es la Eucaristía, el querer que lo que comes te transforme y no lo contrario como hacemos con la comida ordinaria. Lo que tú comes se trasforma en celulas, en piel, en grasa, en músculo; en cambio, cuando comes el Pan Eucarístico que es Cristo, es Él quién te transforma a ti, te va transformando en Él
La Eucaristía no es un derecho, no es un alimento que todo el mundo puede recibir porque es un alimento fortalece a los débiles. Esa persona podía no haber puesto condiciones pero si las puso. Tanto que en una parábola habla Jesús de un vestido de fiesta para poder entrar al banquete, y el que no lo tenga es echado fuera. San Pablo muy claramente dice que quien come y bebe el Cuerpo y la Sangre de Cristo sin estar en gracia de Dios, come y bebe su propia condenación.
Nosotros tenemos que tomar en cuenta las condiciones dadas por la persona Jesús para poder recibirle a Él dentro de nosotros. Y son condiciones sencillas, no es nada del otro mundo. No no está pidiendo currículum vitae, o un escalafón social, o pertenecer a una elite espiritual. Solo nos pide estar en gracia de Dios y estar en comunión con las enseñanzas de la Iglesia. No podemos comulgar sino aceptamos lo que Cristo enseñó.
Defender esto ha sido en la Iglesia una cuestión de vida o muerte. Defender la presencia real de Cristo en la Eucaristía y defender las condiciones que hay que tener para acercarse a la comunión es cuestión de vida o muerte, no es cualquier cosa.
También está presencia real de Cristo en la Eucaristía está por algo más. Está para consolarnos, para ser nuestra fortaleza, nuestra Paz. En la Eucaristía Jesús nos dice: vengan a mi los que estén cansados y agobiados y los aliviaré. Algunos podrán objetar y decir que el Señor ante esa invitación no puso la condición de estar en estado de gracia.
Pero resulta que la Eucaristía alivia no solo con la comunión y la comunión es un extraordinario consuelo; pero la adoración, la oración ante el Sagrario ya es un grandísimo alivio y eso está abierto a todo el mundo. Para el ir a ponerse de rodillas ante el Sagrario no te piden requisitos.
Muchas veces da la impresión de que aquellos que quieren comulgar quieren comulgar porque en realidad les han dicho que no pueden comulgar más que cualquier otra cosa. O en todo caso no dedican tiempo a la oración y la adoración ante Jesús en el Sagrario que está abierto a todos, repito, sin requisitos ni condiciones.
Cuándo Jesús dice: 'vengan a mi', no está solamente refiriéndose a la comunión, sino también vengan a mi en la Misa, vengan a mi en la oración, vengan a mi en la Presencia en la Eucaristía que está en el Sagrario.
Por eso a veces cuando yo me encuentro con alguien que tiene problemas, que le ha caído encima una gran cantidad de dificultades que le sobrepasan, que están cansados y agobiados yo les digo vete a la Eucaristía, si puedes cumulga, sino habla con Jesús en el Sagrario, en el silencio del templo Él te dará la luz y te dará la fuerza. Y cargará con tu yugo para que no te hundas, para que vuelvas a ser libre, para que vuelvas a la casa del Padre, para que vuelvas a ser hijo, para que vuelvas a la Vida, para que vuelvas a sentarte en la Mesa del Banquete Eterno como lo haremos inmediatamente. ¡Qué así sea!