VI DOMINGO DE PASCUA -Ciclo C-
Domingo 25 / May
Jn 14, 23-29
«El que me ama guardará mi Palabra»
Estamos ya casi en la recta final del tiempo pascual, y ya la Iglesia empieza a prepararnos para recibir al Espíritu Santo, así como lo hizo Jesús con sus discípulos. Quiero en este domingo, llevarles a la meditación de dos frases de este evangelio que anuncia la venida de ese Espíritu Paráclito, Consolador o Defensor
I.
La primera es la del versículo 23 de este capítulo 14: "Si alguno me ama, cumplirá mis palabras y el Padre lo amará y vendremos a él y haremos nuestra morada en él". Es muy bonita la expresión: "hacer morada". Hacer morada es hacer una casa para quedarse a vivir allí para siempre. Eso es lo que ha querido hacer Dios con nosotros, hasta ese extremo llega su intimidad con nosotros.
Dios quiere morar para siempre en nuestros corazones; somos templos de Dios donde el Espíritu Santo está viviendo. Dios no solo habita en nuestros Sagrarios, también está en el corazón del alma en gracia.
Si estamos en amistad con Dios, entonces Dios mora en nosotros; si estamos enemistados entonces el Señor no mora en nuestro corazón. Por eso es tan importante que vivamos en gracia de Dios, vivamos unidos a Dios. ¡Qué consuelo y que motivación más grande para combatir contra la tentación! A veces caemos en el pecado no por pura tentación, sino también por pura falta de motivación.
El Papa Benedicto XVI decía que el que cree nunca está solo, siempre tendrá a Dios en su corazón. Y esto es así porque hay un hueco en el corazón del hombre que está reservado solo para Dios, el lugar más importante, el centro de nuestra vida.
¡Cuántas personas viven aisladas, en una extrema soledad! Un discípulo de Cristo tiene la garantía de no caer en eso, porque siempre está con Alguien, siempre con Dios.
II.-
Lo segundo del evangelio de hoy es la Paz que Jesús nos ha traído, no como la del mundo. La Paz es el fruto por excelencia del Espíritu Santo. La paz no es salud, dinero y amor; y no estoy diciendo que eso no sea importante, si lo es; pero no es la Paz que da Cristo.
El que tiene la Paz de Cristo puede vivir tranquilamente aunque no tenga salud. El discípulo si tiene el don del Espíritu, que es la Paz, no tiene porque desesperarse ante los conflictos, persecuciones y miedos, porque Dios le transmite su Paz, no como la da el mundo.
Lo importante es que Dios ocupe un lugar importante en nuestra vida, que nuestra conciencia esté tranquila, que nuestra relación con Dios y con los demás permanezca, que amemos a Dios. Y cuando tenemos todo eso, aunque nos falten otras cosas, si tenemos la Paz de Dios aunque nos lleguen las adversidades nos mantendremos en Paz, porque esa Paz, la Paz de Dios, sobrepasa, supera, minimiza todo lo que nos puede adversar y es custodia de nuestros corazones; porque esa Paz es el Espíritu Santo en nosotros.
Demos
gracias a Dios por todo lo que nos ha enseñado, demos gracias a Dios por la paz
que nos da. Que así sea.