EL POCO TIEMPO DEL QUE HABLA JESÚS

Nosotros llevamos una ventaja con respecto a los apóstoles, porque nosotros llevamos dos mil años después de la Pascua del Señor. Los Apóstoles no sabían o no entendían lo que iba a pasar en la primera Pascua, tenían que confiar en la oscuridad. 

Por eso ellos se preguntaban que quería decir su maestro con eso de "dentro de poco no me verán, después me volverán a ver"; pero sobre todo se preguntaban que quería decir con aquello de «¿Qué es este poco de tiempo?»

Jesús preparaba a sus discípulos para atravesar la oscuridad de su ausencia, así también nos prepara a nosotros hoy cuando a veces no vemos al Señor, cuando ya no vemos su luz por cualquier motivo. Aunque no sea real ese alejamiento del Señor, aunque sea sólo una sensación mía; porque El Señor siempre está. 

La percepción que tenemos del tiempo es de algo que transcurre en medio de dos puntos. Vayamos a nuestra existencia, comenzamos a existir desde el vientre de nuestras madres, ese es el punto inicial, aunque no tengamos conciencia de eso, ni de nuestros primeros meses, ni de nuestros primerísimos años, pero el tiempo empieza a transcurrir desde ese punto. 

En Dios no es así, en Dios no hay tiempo. El es El Eterno; para El un día es como mi años y mil años como un día. Para Dios no hay transcurrir del tiempo. Él es el El Eterno Presente, Él es El Inmutable, no se muda, no cambia.

Pero para nosotros no es así, por eso este evangelio del poco tiempo tiene para nosotros una profunda enseñanza y una gran pregunta existencial: ¿Qué estamos haciendo con nuestro poco tiempo? Hay un momento en nuestras vidas que eso pareciera no importarnos, pero no por eso el tiempo se detiene, a pesar de nuestra indiferencia sigue avanzando; y de repente ya tienes la edad que no te esperabas. 

A veces resulta que te ves en el espejo y no te reconoces y te preguntas: "¿Y este quién es?" Pero resulta que la imagen de esa persona que te devuelve el espejo eres tu mismo, eres tu ahora, no la que fuiste, no la que serás. Eres tu, el tiempo ha pasado y te ha dejado unas huellas positivas o negativas. 

¿Y qué es lo que nos queda? Solo Dios lo sabe. Tenemos una fecha de caducidad escrita y que afortunadamente solo Dios la conoce porque Él la ha determinado y por eso nos invita a aprovechar el tiempo porque lo que queda puede ser "un poco" como dice Jesús en el evangelio. 

Es verdad que está hablando a los apóstoles de su muerte y resurrección, de los 40 días después hasta la Ascención y de la segunda venida que lo verán físicamente los que estén viviendo históricamente ese día, los que hemos muertos lo veremos resucitados con cuerpos gloriosos.

Pero el Señor te dice: ¡Poco! Es poco el tiempo. Cuando miras atrás te das cuenta y quedas impresionado de lo rápido que pasa el tiempo. ¡Es un soplo el tiempo!, dice el salmo 36: «el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como una sombra..» Incluso hasta los momentos difíciles pasan rápido, aunque el presente de esos momentos nos parecieran una eternidad. 

Por eso ante el poco tiempo que nos habla Jesús tenemos que preguntarnos, tienes que preguntarte: ¿Qué has hecho con tu vida? ¿Con los buenos propósitos que hicimos cuando estábamos recién ordenados, o cuando estrenamos misiones pastorales en las parroquias que nos ha tocado asumir? Es un evangelio para que nos preguntemos ante este transcurrir del tiempo: ¿Qué hemos hecho con nuestra vida? 

¿Hemos aumentado en santidad? ¿Hemos crecido? Dice San Agustín: «La edad del cuerpo no depende de la voluntad. Físicamente nadie crece al ritmo de su querer, como tampoco nace cuando quiere. En cambio, allí donde el nacimiento depende de la voluntad, de la voluntad depende asimismo el crecimiento. Nadie nace del agua y del Espíritu si no quiere; luego si quiere, crece; si quiere, decrece. ¿Qué significa crecer? Progresar. ¿Qué significa decrecer? Regresar».

Has logrado superar problemas, tentaciones, pecados capitales que a lo mejor por experiencia y sin querer adquiriste por inexperiencia en tu adolescencia y que te han acompañado por desgracia toda tu vida y sigues cayendo en las mismas faltas, en las mismas tentaciones? ¿Has logrado controlar tu carácter, siendo menos iracundo, menos nervioso, o menos tranquilo para no poner nervioso a los que viven contigo? 

¿Qué vas hacer con el tiempo que Dios te ha dado y qué vas hacer con el poco tiempo que te queda? Aunque seas joven y te queda mucho que nadie lo sabe, solo Dios. 

¿Qué hemos hecho con nuestra vida? Queda poco, no sabemos cuánto, pero si poco. No es para hacernos los indiferentes como lo hace el mundo, no es para agobiarnos como el que no tiene esperanza. Es para aprovecharlo en lo único que de verdad tiene importancia: en la santidad. Crecer en la santidad. Hoy celebramos a San Pablo VI, el Papa que le presentó al mundo el Reino de Dios como la civilización del Amor, el Papa que nos recordó que para un cristiano la vida perfecta se llama santidad, no es felicidad, no es ausencia de problemas, no es un ideario estoico de códigos morales, la vida perfecta para él cristiano se llama SANTIDAD.

Este poco tiempo amemos más a Dios con más fervor, con un amor más encendido, y por Amor a Dios amemos al prójimo, porque nada de lo que tienes aquí te lo puedes llevar al otro mundo, excepto el bien que hayas hecho; esa es la maleta que tienes que tener preparada y bien llena, la maleta del amor. ¡Qué así sea! 

Entradas más populares de este blog

Algo de mi, 25 antes y después.-

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -Ciclo C-

GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA