LUNES SANTO

Lunes 14 / ABR
Jn 12, 1-11
«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura»

De un tiempo a estos días hay una polémica falsa que consiste en contradecir la vida espiritual con las obras de caridad. 

Si tú tienes dinero tienes que ayudar a los pobres, pero está mal visto en muchos ambientes colaborar con los gastos del culto, colaborar para comprar un cáliz nuevo, ayudar a un sacerdote. Todo es ayudar a los pobres. No podemos enfrentar ambas cosas. 

No se trata de elegir el culto en detrimento de la caridad y viceversa. Lo que hay que hacer es comenzar a atender ambas cosas y empezar por uno mismo. Tienes que escuchar la voz de Jesús en el Sagrario; tienes que tener tiempo para Dios, en ti mismo, con la oración, escuchando la voz de Jesús en tu conciencia; tienes que tener tiempo para la Santísima Virgen rezando el Rosario, y tienes que tener tiempo para tus obligaciones, tu trabajo, tu familia, para estar con la gente y ayudar al que te pida favores. 

Pero si no tienes tiempo ni dinero suficiente, tienes que comenzar por cumplir con tus obligaciones personales. Pero en la medida que los tengas tienes que dedicarlo a ambas cosas. No puedes decir yo solo rezo o yo solo hago obras de caridad. Primero porque la oración es una gran obra misericordia, rezar por los que sufren es una obra de caridad. 

Es un debate falso decir que hay que trabajar y no rezar; o rezar y no trabajar. Si tenemos vida espiritual, si somos de Misa diaria, si rezamos el Rosario y la coronilla de la Divina Misericordia entonces nuestro trabajo,sea manual o mental, es más llevadero y menos estresante.

Y todo eso lo hacemos por agradecimiento, por eso la mujer del evangelio no le costó romper un frasco de perfume costoso para enjugar los pies de Jesús, por eso vamos a Misa, si es posible todos los días, y rezamos el Rosario, y vamos a los encuentros de la pequeñas comunidades cristianas y por eso también, por agradecimiento a Dios, acompañamos a los que sufren, ayúdamos a la Iglesia y a los pobres. 

Sin raíces no hay árboles. Las flores que colocamos en nuestros altares serán muy bonitas pero son cadáveres. Ya no tienen vida. Así pasa con la caridad,  si no hay vida espiritual no hay caridad, porque además la caridad se ejerce en primer lugar con Dios y luego con el prójimo en los que está presente Cristo. 

Oración y limosna; no oración o limosna; raíces y frutos. ¡Qué así sea! 

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