DOMINGO DE RAMOS -Ciclo C-

Domingo 13 / ABR
Lc 22, 14 — 23, 56
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo 

Con esta celebración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén estamos comenzando la semana más grande del año, la semana más grande de todos los tiempos, la semana de nuestra Redención, Rescate y Liberación.

En este domingo, también conocido como domingo de la Pasión del Señor, y en el Viernes Santo, la Iglesia nos relata los acontecimientos de la Pasión del Señor. Los del domingo de ramos con los relatos de los evangelios sinópticos, este año el del ciclo C, según San Lucas. Y todos los viernes santo del año el del evangelista San Juan, tal vez uno de los más bellos y místicos de los cuatro reconocidos como Palabra de Dios.

Fue una semana de Pasión. Las últimas 24 horas de una pasión física y cruenta; pero ya desde que Jesús hace entrada triunfal en Jerusalén comienza en su alma un estremecimiento que conocemos como miedo, Jesús es verdadero hombre, Jesús también padeció el miedo que hemos padecido tu y yo. Quiero ir deteniéndome en algunas escenas o estaciones que Jesús vivió en el transcurso de esa semana comenzando con su entrada de "Hossanas y Vivas" con el que fue recibido en Jerusalén que ya hemos recordado en nuestra procesión de entrada y las escenas en Getsemaní, el Pretorio y el Gólgota.

Del Hossana al Crucifícalo.- 
Jesús ante aquella escena, que hoy nosotros podemos verla muy bonita y fascinante, tuvo que sufrir en su corazón lo que El ya veía iba a suceder unos cinco días después. Ese Hossana se iba a transformar en Crucifícale. Ese Viva Cristo Rey se iba a convertir y se sigue convirtiendo en negación, duda, reproche, incomprensión a su Palabra. También hoy, cuando nos dejamos guiar por las ideologías de moda que dicen que lo que Cristo quiso decir ya hoy no tiene validez, y que ya hoy habría que actualizar su mensaje. Es entonces allí cuando seguimos pidiendo la crucifixión para nuestro Señor. 

¿Somos amigos solo cuándo conviene? ¿Estamos con Jesús en lo bueno y en lo malo? ¿Estamos con Jesús cuando entendemos y no entendemos? ¿O solo estamos con Jesús cuando está de moda, cuando la mayoría sale a la calle a decir Hossana al Hijo de David y no cuando esa mayoría pide para Él la crucifixión? 

También Jesús es hombre y tiene miedo. (En el huerto de los Olivos)

Tiene miedo y pide ayuda a sus amigos en el huerto de los Olivos. Pide ayuda a su Padre: 'aparta de mi este cáliz'. Es verdad que al final se pone en manos de su Padre, solo en El puede confiar, no en sus amigos que por su cansancio estaban en otra cosa, no estaban a su lado en ese momento tan especial para Jesús. No es que hayan renegado de Jesús en ese momento pero no se ocuparon de Él. En ese momento de oscuridad Jesús quería estar con sus amigos, hoy quiere estar contigo. ¿Quiéres estar con Él? Y puedes estar con el cuando aceptas la voluntad de Dios como hizo Él en Getsemaní. Esa es la hora de decirle a Jesús; estoy contigo y no estoy dormido, en este momento estoy despierto, a tu lado y contigo. En este momento de angustia, en este Getsemaní de mi vida quiero acompañarte Jesús porque quiero tu compañía. 

Y otra enseñanza debemos aprender de Jesús en el huerto de Getsemaní: «En medio de su angustia, oraba con más insistencia» (Lucas 22,44). ¡Orar en la prueba! Es nuestro recurso; es el canal a través del cual la fuerza y la valentía de Jesús se nos transmite a nosotros. 

Jesús tuvo miedo en Getsemaní porque es un verdadero hombre y pide ayuda. Gracias Jesús porque has compartido nuestros miedos.

En el Pretorio.- 
Fue aquel lugar del cuartel romano donde Jesús fue procesado, condenado,  coronado de espinas; el lugar, sobre todo, donde fue flagelado.

El flagelo o azote era un bastón corto dotado con tiras de cuero y en el extremo con pequeñas bolas de plomo o punzones puntiagudos. Basándonos en lo que sabemos por las descripciones antiguas fue el momento de más atroz sufrimiento físico de Cristo. Muchos morían bajo los golpes. Las carnes eran descuartizadas, los nervios descubiertos. Aparte sumemos a eso la ya hemorragia de sangre que Nuestro Señor había padecido en el huerto cuando tuvo la hemolacría.Una vez conocida esta imagen de un Dios que sufre, todas las otras ya no nos bastan más; nos parecen como improcedentes. 

La pasión del Señor se renueva en la liturgia de esta semana, y también se renueva en cada persona que se debate entre los tormentos provocados por la naturaleza o por el mismo hombre. Quien está en el sufrimiento puede estar seguro de ser comprendido por Jesús; también, cuando no puede más y grita a Dios: «¿Por qué, por qué, por qué?» 

Gracias Jesús por haber compartido nuestros dolores físicos, por haber compartido nuestras dudas en el sufrimiento.

En el Gólgota.- 
Vayamos ahora a la última escena de estos relatos de la Pasión, las horas finales del Señor Crucificado. Todos los personajes de la Pasión nos enseñan algo, naturalmente Nuestro Señor y la Santísima Virgen nos enseñan más. Pero hay un personaje que a veces pasa desapercibido. ¿Quién era?

Era un personaje que según la tradición se llama Gestas, era el llamado 'mal ladrón'. El mal ladrón insultaba a Jesús diciendo: «¡¿No eres tú el Mesías?, salvate a ti mismo y a nosotros¡» Dice el evangelio que lo insultaba pero no hay en esa expresión aparentemente ningún insulto, solo hay una duda, y esa duda la considera el evangelista un insulto, si lo comparamos con el otro ladrón, el que se fue al Cielo con Cristo, el que confiesa la divinidad de Jesús. Uno confiesa, el otro duda y los dos en el mismo suplicio. El que duda niega y se burla.

Cada vez que nosotros dudamos o negamos estamos haciendo un insulto a Nuestro Señor. La duda es una falta de confianza y eso es un insulto. ¿Es que acaso el Señor no nos ha dado prueba suficientes para que creamos en Él? Para que le podamos decir cada vez que algo no lo entendamos: me fio de ti Jesús, me abandono en tí. Fue lo que hizo Jesús en la hora de su Pasión. Hubiera sido un insulto sino hubiese terminado sus días en la tierra abandonándose en su Padre.

Dudar del amor de Jesús cuando no entendemos lo que nos pasa es un insulto que Jesús no se merece. Deberíamos terminar cada uno de los días de nuestra vida y deberíamos terminar nuestra vida diciendo esto: En tus manos encomiendo mi espíritu, yo Señor confío en Tí. ¡Qué así sea!

Entradas más populares de este blog

Algo de mi, 25 antes y después.-

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -Ciclo C-

GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA