DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA 2025
Jn 20, 19-31
«A los ocho días llegó Jesús»
Según una antigua tradición, este domingo se llama domingo "in Albis". En este día, los neófitos de la Vigilia pascual se ponían una vez más su vestido blanco, símbolo de la luz que el Señor les había dado en el bautismo. Después se quitaban el vestido blanco, pero debían introducir en su vida diaria la nueva luminosidad que se les había comunicado; debían proteger diligentemente la llama delicada de la verdad y del bien que el Señor había encendido en ellos, para llevar así a nuestro mundo algo de la luminosidad y de la bondad de Dios.
Hace veinticinco años el Papa San Juan Pablo II estableció que en este segundo domingo de Pascua se celebrara la Fiesta de la Divina Misericordia, así como el mismo Jesús había pedido a Santa Faustina en Polonia.
Las apariciones fueron un poco antes del estallido de la II guerra mundial en la Polonia que fue víctima de la dictadura nazi comunista. En ese contexto se dieron las apariciones del Señor.
Lo que el Señor quiere decirnos con estás apariciones es que pase lo que pase estamos invitados a confiar en la Divina Misericordia de Dios.
Cuántas veces el pecado nos lleva a la humillación y hasta a la frustración, al desánimo, al hastío, a la pérdida de la esperanza. ¿Se han dado cuenta de la cantidad de suicidios en los últimos tiempos, sobretodo de gente joven?
«En ti confío Señor» no en mi, sino en tí, en tú Misericordia; me reconozco pecador, débil, frágil. Necesito que me ayudes, que me perdones, que me hagas nuevo. Es necesario reconocer nuestra fragilidad, necesitamos reconocer que el mal hace daño, que no da igual pecar, que Dios no tolera todo, aunque perdona todo. Eso lo sabemos muy bien, que Dios perdona toda, pero que Dios no puede tolerarlo todo no nos suena muy bien.
Si vemos los desastres y desbarajustes en nuestra vida personal, veamos también lo que hay en nuestras familias. A veces nuestra familia no es la que quisiéramos, cuántos hijos bien formados, con padres ejemplares terminan escogiendo malos caminos. ¿Por qué pasa eso? Es un misterio, no sabemos por qué Dios permite que el hombre con su libertad haga el mal, por qué Dios permitió que Adan y Eva cometieran el pecado original.
Yo no tengo una respuesta ante tanta angustia por los hijos, los nietos, y hasta los padres y los esposos ¡! Yo lo único que se es que si te rindes, sino combates va ir a peor no a mejor. Cuando te rindes y te alejas de Dios, entonces la derrota es completa.
Y si vamos más allá de nuestro círculo familiar y entramos en el terreno de nuestra realidad país la situación se torna aún más compleja. ¿Qué sucede si nos rendimos como país? ¿Qué le sucede al que se rinde? No voy a responder a eso, cada quien debe tener sus propias vivencias y testimonios.
Solo quiero anunciarles hoy a la Divina Misericordia. La gente en Polonia que vivió una opresión y unas tiniebas por unos cincuenta años pudo aguantar esas calamidades, no se rindieron, y aguantaron porque tenían fe, porque tenían confianza en la Divina Misericordia, porque se dejaron iluminar por sus rayos de luz.
No se por qué Dios está permitiendo esto en Venezuela, pero yo confío en Dios. El no nos abandona, aunque pareciera que se olvidó de nosotros no es así. Dios está con nosotros.
Esos pecados reincidentes en mi tienen solución, la Misericordia es más fuerte que mis pecados. Mi familia tiene solución, no ha sido abandonada por Dios aunque tus hijos estén lejos, aunque algunos hayan caído en vicios y corrupciones no desfallezcas, combate por ti y por tu familia, no te rindas, hay que seguir luchando, hay que seguir rezando, hay que seguir dando buen ejemplo.
Y lo mismo para nuestro país. Venezuela no está muerta, no nos rindamos, también en Venezuela hay solución. Es verdad que hemos experimentado las tinieblas, pero también es verdad que hemos sido iluminados con las llagas gloriosas del Resucitado que nos trae la Paz. Cuando nos rendimos viene lo peor: Jesús en tí confío.
Veremos las sorpresas, veremos la conversión de nuestras familias, de nuestra patria, de nuestras almas. Jesús en ti confío, quiero que también sigas confiando en mi. Entremos en la luz de la Misericordia Divina ¡Qué así sea!