II DOMINGO DE ADVIENTO / INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARIA (Ciclo C)


Hoy celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Es una celebración de nuestra fe, no es un solo recordatorio de un dogma que un día como hoy en el siglo XIX fue proclamado. 

Por eso incluso, aún cuando la fecha caiga en Domingo, como este año, lo celebramos con Solemnidad en sintonía con el Adviento, porque la Virgen María es Palabra de Dios en el Adviento que celebramos. 

María fue preservada del pecado original y por consiguiente de cualquiera otro pecado. Es la sin mancha, la sinpecado. Convenía que la que nos iba a traer la luz no conociera las tinieblas, la que nos iba a traer la gracia no conociera el pecado. Es lo que celebramos hoy, que María fue sujetada por la mano de Dios para que no cayera en el abismo del pecado original. 

Y Dios quería que su Madre fuera Inmaculada porque quiere mostrarnos en Ella la belleza de la vida, de nuestra vida, que puede descontaminarse del pecado. También nosotros aunque no seamos desde nuestra concepción inmaculados, sino desde nuestro bautismo, podemos también por gracia de ese bautismo combatir y alcanzar la belleza de la vida en la que Dios se deleitó en su Madre.

Esa belleza de la vida es la santidad. María es modelo perfectísimo de santidad. Por ella podemos llegar a ser santos, porque ella no fue contaminada con el pecado. 

Cuando nos acercamos al sacramento de la Confesión saludamos al Sacerdote con el saludo a la Inmaculada: Ave María Purísima, y el sacerdote o nosotros respondemos: sin pecado original concebida.

María fue preservada de ese y de todos los pecados. También nosotros podemos ser preservados por Dios y podemos con Él combatir para mantener en nuestras almas el estado de gracia que nos hace estar unidos a Él.

También esta es una fiesta para resaltar la Alegría (la coloco en mayúscula porque viene de Dios) Asi comienza el relato de la Anunciación que hemos escuchado hoy: ¡Alégrate! También hoy Dios te invita a entrar en esa dinámica de la vida que nos dispone a entrar en su amistad, que nos dispone a perseverar en medio de las adversidades. 

No es la alegría del mundo, no es el ruido, no son los efectos especiales, no es la embriaguez o la diversión por pura diversión. Es la alegría que nace de un corazón agradecido. Es la alegría de saber que Dios ha vencido a nuestros dos principales enemigos: el pecado y la muerte. 

Y a María le ha encomendado pisar la cabeza de la serpiente infernal. Sabemos como cristianos católicos que María así lo hace porque Ella es portadora de Cristo. Nuestra acción de gracias hoy es la acción redentora que Dios inició con María, la Nueva Eva, la Madre de la Nueva Creación.

Dios está empeñado en extirpar el pecado en tu vida. El pecado es una desgracia, nos hace infelices, nos desfigura la imagen que tenemos con Dios, nos quita la filiación divina que Cristo no ha conquistado con su sangre derramada. Por eso hoy, en el marco de este adviento de conversión gritamos a la Madre diciéndole: Ruega por nosotros pecadores. El cristianismo no es la religión de la tristeza, es la religión de la alegría de sabernos perdonados. 

Por mucho que sea nuestra tristeza, hay una alegría que nadie nos podrá arrebatar. La alegría de saber que Cristo está vivo, que está con nosotros, no contra nosotros. Dios es un Dios con nosotros, no contra nosotros. Y María es portadora de esa alegría. Por eso los nicaragüense, por esos hermanos perseguidos rezamos hoy, tienen un saludo muy especial en este día. Ellos preguntan: ¿Qué causa tanta alegría? Y responden: «La Inmaculada Concepción de la Virgen María».

Por otro lado, y en este tiempo de ejercitación de la Esperanza, María se nos muestra como Madre de la Esperanza. A ella el ángel le dice: «No temas María». Esta fiesta hace que expulsamos todo miedo, todo temor. Quien diga que nunca ha sentido miedo es un mentiroso, es como el que dice que nunca ha cometido pecado. Y el miedo lo atravesamos y no nos aplasta cuando tenemos esta promesa que tuvo María, cuando nos tomamos de la mano de Jesús el Buen Pastor que nos da seguridad, cuando nos dejamos guiar por la Esperanza. Para eso es la Esperanza, para vencer al miedo. 

Sabemos de quién nos hemos fiado y el Adviento es para hacer muchos actos de confianza en la fuerza y en el poder de Dios. Es lo que hace María, y María incluso pregunta: ¿Cómo se va a realizar lo que me dices? Porque es válido y legítimo preguntar. María pregunta y cree; por eso María atraviesa el miedo, como lo hace también San José. Y María nos enseña al «Hágase» como lo hizo Ella, y nos invita a hacer lo que nos pide su Hijo. 

Para cerrar esta homilía quiero que contemplemos en este día el Poder y la Bondad de Dios. Para Dios no hay nada imposible, de Dios solo podemos esperar bondades; bendiciones, no maldiciones.

María, la Inmaculada, nos invita a creer en el Dios de lo imposible. «... porque no hay
nada imposible para Dios», le dice Gabriel a la Virgen. Y Ella atravesó el miedo, se llenó de alegría y supo esperar. Qué podamos tener a María como nuestro modelo en este Adviento y todos los días de nuestra vida. ¡Qué así sea!

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