I DOMINGO DE ADVIENTO -Ciclo C-


Domingo 01 / Dic
Lc 21, 25-28.34-36
"Levántense, alcen la cabeza"

Empezamos el adviento. Una vez más hay que decir que es el primer adviento de nuestra vida. Lo mismo que la próxima cuaresma, será nuestra primera cuaresma, sin que importe que hayamos celebrado muchos advientos, muchas navidades, muchas cuaresmas, muchas pascuas. ¿Por qué?

Porque cuando el año pasado por estas fechas iniciamos el adviento, éramos distintos, nuestras familias eran distintas, el mundo era distinto. Superficialmente todo parece igual, pero hay cosas que cambian nuestras vidas, de seguro de modo esencial: personas que se han ido a otras partes o para siempre, hemos pasado por dificultades que nos han marcado para bien o para mal, etcétera.

Por eso tenemos que celebrar este adviento como el primero de nuestra vida, o aún mejor, como el primero de la historia. Imaginemos que estamos en el año cero, habitantes de aquel Israel, provincia del Imperio Romano, que vivía con sus tensiones de tipo político. Personas que no sabían qué iba a suceder pero que alguien les anunció y creyeron en lo que iba a suceder. 

Imaginemos que somos los pastores de Belén, o los magos de Oriente, o los posaderos de Belén que no se daban abasto con la poca capacidad de hospedaje que tenían por el tema del empadronamiento al que tuvo que ir la familia de Nazareth. Somos habitantes de aquella Belén, o Jerusalén , o Nazareth, o Cafarnaum.

Somos personas que tienen sus problemas, sus alegrías, sus tristezas, sus miedos, personas que creen en Dios y que saben que necesitan un salvador. 

Imaginemos que un angel nos avise: dentro de tres semanas nace tu salvador, viene tu redentor, viene alguien que te va a ayudar, que va a enderezar tu camino, viene alguien a quien tú necesitas, ¡prepárate a recibirlo!

¿Qué harías si se te anuncia que viene un famoso o famosa a tu casa, un influencers, un youtubers, un personaje ilustre? Prepararíamos la casa, prepararíamos una buena comida, limpiaríamos, pintaríamos y un montón de cosas más. 

Esta es la idea que debe marcar nuestro adviento, de este único adviento porque es diferente a los otros advientos, los que han pasado y los que vendrán si Dios lo permite. Soy distinto, y tengo que prepararme para recibir al Señor, a mi Redentor, al médico que va curar mis heridas, al que va dar esperanzas a mis noches oscuras. 

¿Cómo tengo que hacerlo? Limpiando. ¡Confesión! A lo largo del adviento tiene que haber una buena confesión. A veces cuesta porque hay pocos curas, porque estamos afanados en otras cosas, pero hay que hacerlo.

Preparar también nuestro cuerpo, no solo nuestra alma con la confesión, sino nuestro cuerpo que también se prepare con penitencia. Penitencia que significa renunciar a algo que te guste, un poco de penitencia. Se que no es muy popular hablar de penitencia y menos en este tiempo, pero hay que hacerlo. Limpieza por dentro y limpieza por fuera con la penitencia. 

Lo tercero es también hacer más oración, lectura y escucha de la Palabra de Dios, meditación. Haz el propósito en adviento de despertar más temprano y orar, con los Laudes, o el Rosario, o la oración del corazón, o alguna lectura orante, o alguna meditación.

Lo cuarto es agradecer con nuestra caridad y obras de misericordia. En estos días de derroche los cristianos estamos obligados a excedernos en caridad. Ayudar al que no tiene nos ayudará a equilibrar muchas cosas.

El camino para el adviento está entonces señalado:
Confesión 
Penitencia
Oración 
Caridad. 

Es el único modo de prepararnos para encontrarnos con el Salvador que ya llega. ¡Qué así sea!




Entradas más populares de este blog

Algo de mi, 25 antes y después.-

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -Ciclo C-

GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA