XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -Ciclo B-
Domingo 13 / Oct
Mc 10, 17-30
«Vende lo que tienes y sígueme»
San Francisco de Asis definía a Dios con una expresión sorprendente. Decía que Dios es 'nunca bastante'. Y decía que Dios es nunca bastante porque resulta que cuando uno cree que ha llegado a la meta y le ha dado a Dios aquello que Dios le pide, su conciencia o circunstancias de la vida le hace darse cuenta de que Dios te pide un paso más.
Y eso lo experimentamos siempre. Las exigencias siempre van a existir en nuestra vida de fe. Piensa que como padre o madre has educado bien pero siempre la vida te da una sorpresa y te exige más y más.
Hay algunos que buscan a un Dios cómodo, y tenemos que aprender a no querer que Dios actúe como yo quiera sino a preguntarme: ¿yo qué tengo que hacer, Señor?
Cuando Cristo predicaba, los fariseos no estaban contentos. Y no porque Cristo hubiese cambiado la ley moral, ¿pero qué fue lo que hizo el Señor para que ellos se enfrentaran con Él? Su indignación llega cuando Cristo les pide más. Cuando Jesús les dice que no basta con cumplir lo mínimo, cuando Jesús les dice que tienen que evitar el mal, pero que también tienen que hacer todo el bien que esté en sus manos.
De eso trata el evangelio de hoy. El cristianismo tiene su esencia, el cristianismo no es una moral ni es una religión basada en el cumplimiento. El cristianismo es la relación entre Dios encarnado y los hombres. Entre ese Dios que se hace pobre y se acerca a tí para llenar tu corazón de su amor, de su esperanza, para compartir contigo la vida divina y que te enseña el camino que tienes que seguir para ser plenamente feliz.
Y vaya que es verdad porque cuando uno perdona experimenta liberación, cuando uno ayuda al necesitado se siempre satisfecho.
La imagen del joven rico es la de aquel que busca a un Dios cómodo. El joven rico quería seguir al Señor, el joven rico tenía un buen corazón y deseaba ser santo. Pero no quería pagar el precio y el precio es de que Dios nunca es bastante, de que Dios siempre pide más para darte más, el precio de que Dios es Dios y no es el que tu quieres que sea.
El Señor le pone al joven rico tres requisitos para salvarse y ser feliz. ¿Cuáles?
El primero es cumplir los mandamientos. Cumplir con la ley del mínimo. Y el joven le dice que desde niño viene haciendo eso porque era un buen judio. Y allí viene lo segundo.
Jesús le dice: "vende todo lo que tienes". Y aquello ya no le gustó. Ese vende todo lo que tiene no era vender todos sus bienes materiales, era fiarse de Dios, era poner su vida en manos de Cristo porque le dice después: "y sígueme".
Su corazón y su generosidad no eran capaces de dar lo que Dios pedía: primero evita el mal, es una ley del mínimo; segundo haz todo el bien que está en tu mano, ama. Es la caridad que nos ha enseñado Cristo, porque para un cristiano la caridad no es una opción, es un deber, porque el otro es Cristo. Sea o no sea familia.
El cristianismo consiste en seguir a Jesús. No en cumplir normas morales, su esencia consiste en amar a Dios, en querer amar a Cristo, consiste en hacerlo todo porque el es mi Señor, y deseo aunque no haya cielo ni infierno cumplir la voluntad de Dios.
A nosotros no nos debería mover un interés, o un castigo. Nos tiene que mover amar a Cristo. Por tí Señor, Tú eres la causa y razón por lo que quiero ser fiel, por los que educo con integridad a mis hijos, por los que me muevo con honestidad en mi trabajo, por lo que soy solidario y compasivo con los que sufren aunque no les conozca.
El cristianismo es la religión de la relación entre el Dios encarnado y los hombres. De ese Dios que es nunca bastante porque entregó su propia vida para salvar la nuestra.
Por lo tanto pregúntate: ¿Seré yo de esos que buscan un Dios cómodo, el Dios del cumplimiento?,¿seré yo de esos que se deslocan cuando Dios me pide algo que me saca de mi zona de confort me pongo nervioso y como el joven rico creo que no merece la pena para pagar ese precio?
Claro que merece la pena pagar ese precio. Cuándo uno da recibe mucho más de lo que ha dado, porque nos pide más para darnos más, porque solo el amor es el camino de la felicidad. Y hemos sido creados para amar y ser amados. Y cuando uno se da experimenta que se siente lleno. ¿Y cómo es posible si has dado tu dinero, tu tiempo o tus dones materiales o espiritual? ¿Cómo te sientes más feliz si tienes menos? Porque El Señor te recompensa, porque El te paga.
Seguir al Señor implica evitar el mal, hacer el bien y poner nuestras vidas en manos del Señor. Aunque a veces no entendamos sus planes, aunque a veces no entendamos el por qué de las cosas porque nosotros sabemos que solo podemos acudir a Cristo, porque solo Él tiene palabras de vida eterna.
¿Has conocido a personas que buscan la felicidad dónde no se encuentra? Viven frustradas, sin esperanza, sienten que han malgastado su fuerza, su tiempo, su dinero buscando la felicidad dónde no se encuentra.
¿Y dónde se encuentra la felicidad? En el Amor. Amor con A mayúscula, osea en Dios porque Dios es Amor. La felicidad no está en solo amarte a tí mismo, también tenemos que amar a Dios, amándolo a Él encontramos el camino que hace que nuestro corazón se encuentre saciado, puesto que Cristo nos ha dado previamente.
Por eso no busques un Dios cómodo, creado a tu imagen y semejanza. Deja que Dios sea ese Dios nunca bastante, porque te dará nunca bastante. Te llenará constantemente de su amor, acrecentará en ti su Misericordia para que experimentes ya aquí en la tierra de verdad en qué consiste la felicidad que no es en buscarte a ti, sino en amarle a Él y a los que pasan a ti lado que son el rostro vivo del Crucificado.
Que el Señor nos ayude a no ser como el joven rico que cuando el Señor le dijo que vendiera todo lo que tenía se puso muy triste. Fíate del Señor, ponte en sus manos y paga el precio que el Señor te pide y encontrarás la felicidad. Solo Él es el camino que nos lleva a la Vida. ¡Qué El Señor nos ayude! Amén.
