XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -B-
Domingo 14 / Julio
Mc 6, 7-13
«Ellos salieron a predicar la conversión»
El evangelio de la semana pasada nos hablaba del rechazo que Jesús recibió en su propio pueblo, sin embargo hoy nos dice que Jesús no se frustra, Jesús se va a otros pueblos y echa mano de sus apóstoles, a quienes envía a evangelizar de dos en dos, en comunión, en unidad.
Los mandó de dos en dos, en unidad; nunca solos, nunca divididos. Realmente van tres, dos discípulos y Jesús. Si no hay unidad en la Iglesia no hay evangelización. Una Parroquia dividida del párroco con los catequistas, de los catequistas entre si, de las pastorales con los movimientos y comunidades, de los coordinadores, etcétera; es una parroquia que se está secando, no está dando frutos.
Corremos también en la Iglesia la tentación de caer en la 'demagogia', una palabra griega que traducimos al español por populismo. Ojo, la demagogia puede contaminar las esferas de todas las estructuras sociales, por eso digo que la Iglesia no escapaba de ella.
¿Qué es la demagogia o populismo? Es el ofrecimiento de soluciones falsas para ganarse el favor de los votantes, en caso de los políticos; o de los hijos, en el caso de los padres de familia; o de los fieles, en el caso de la Iglesia. Cuando por ejemplo una pareja está enfrentada, los padres compran a los hijos el cariño ofreciéndole cosas o permitiéndoles hacer lo que quieran. Por eso el populista o el demagogo es más peligroso que el corrupto, pero comencemos con la demagogia en la Iglesia.
Estamos viviendo en la Iglesia un tsunami de demagogia. Fijémonos en el evangelio de hoy, dice que el Señor mandó a los apóstoles a predicar, ¿a predicar qué? A predicar la conversión. No a predicar la misericordia, sino a predicar la conversión.
La palabra 'evangelio' significa buena noticia y la buena noticia no era que no existían los pecados, lo buena noticia era que los pecados eran perdonados. Y eso no es lo mismo. Por eso el demagogo siempre va a basarse en algo que es verdad (la democracia, la justicia, la libertad) pero lo aisla del contexto, del resto de las verdades, lo exacerba, lo agiganta y así lo destruye. Por eso el peor enemigo de la Misericordia es aquel que no predica la conversión.
¿Misericordia de qué? De tus pecados. Pero para que tú recibas misericordia tienes que tener:
1. Conciencia del bien y del mal. Eso está suprimido en las conciencias hoy.
2. Tienes que ser consciente de que el mal es Malo, para ti y para él otro a quién le haces daño.
3. Tienes que estar arrepentido, tienes que reconocer que ese camino, que de forma habitual o puntal, recorres te hace daño, te rompe, rompe tu alma y rompe tu familia. ¡Quiero cambiar!
Por tanto, la Buena Noticia es que tú quieres cambiar, puedes cambiar y Dios te ayuda y te perdona. La Buena Noticia no es decir: !Misericordia!, tipo slogans, o !Dios te ama!, o ¡Dios es Amor!, o ¡Dios te ama como eres! Vamos que todo eso es verdad, pero no es toda la Verdad.
Roba, mata, miente, engaña que aquí no pasa nada. Esa no es la Misericordia de Cristo. Y eso es lo que nos están vendiendo hoy por Misericordia. Pero insisto, el evangelio hoy es muy claro. Los apóstoles salen a predicar la conversión, y para que alla conversión tiene que existir noción de pecado, conciencia de la gravedad del mal, que el mal no solo existe sino que realmente existe y hace sufrir y tienes que tener deseos de cambio.
Cuando tú tienes eso, entonces sí. Entonces tienes la esperanza de saber que Dios te ayuda a cambiar y te perdona cuando pides perdón. Sino la Misericordia es puro slogans, pura pantomima, puras palabras bonitas que le hemos quitado el significado real y profundo.
Estamos lanzando la Misericordia de Dios por un precipicio por la demagogia o el populismo que ha contagiado a la Iglesia. Pero así también la familia. Por ejemplo, cuando un padre/madre cree que tiene que ser más amigo de su hijo que su padre/madre. Eso es populismo. Pero no es así, ni puede ser así. Padre o Madre solo hay uno, amigos pueden ser muchos.
El 'gratis total' no existe, las deudas siempre tienen que pagarse tarde o temprano. El problema es muy grave en todas nuestras estructuras sociales. Una presión terrible de colectivos que pretenden que le digamos Amén a todas sus ideologías.
Necesitamos hablar de conversión, no podemos convertir la Misericordia en una palabra vacía. Cuando uno no tiene valor de decir eso, siempre vamos a pagar las consecuencias. Y reitero: los apóstoles salieron a predicar la conversión. Dios nos quiere, nos ayuda y nos bendice y lo hace para que seamos mejores, no peores. ¡Qué así sea!