NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA


Lunes 24 / Junio
Lc 1, 57-66.80
«Juan es su nombre»

Hoy celebramos la fiesta de la natividad de San Juan Bautista, aquel que ya ha preparado la venida del Redentor; aquel que saltó de alegría cuando experimentó la presencia de Jesús en el vientre de su madre; estando él también en el vientre de Isabel, su madre anciana.

San Juan es un ejemplo de una gran humildad. Una humildad en la que trabaja por Dios, sabiendo que es Dios quien trabaja en él con su colaboración. La gracia de Dios actuó en él de un modo prodigioso, incluso ya en el vientre de su madre estaba lleno del Espíritu Santo. 

San Juan, modelo de humildad, sabe ponerse en el segundo lugar, sabe ponerse atrás: "no soy digno de desatarle las sandalias al que viene después de mi" 

Uno de los problemas con los que nos encontramos los católicos es que hemos perdido la fe en que Dios puede intervenir y que es Todopoderoso. Hoy y ayer, porque tampoco Zacarías el padre del Bautista creía lo que el arcángel Gabriel le había anunciado. No tenía fe, menos humildad para reconocer el poder de Dios, para reconocer que para Dios todo es posible.

¿Confiamos nosotros en Dios? !cuánta angustia, cuánto miedo, cuánto dolor! ¿Pero que pasa si perdemos la fe? ¿va cambiar el gobierno?, ¿se van a ir los dictadores?, ¿va resucitar el muerto tan querido por el cual estás llorando? Si perdemos la fe, perdemos todo. Es e único lujo que nos podemos dar los pobres: no perder la fe.

Por eso la humildad de San Juan consistió en decirle a Dios desde que tuvo uso de razón: !Aquí estoy, eres Tú el que va actuar a través de mi! 
"Para Dios no hay nada imposible", ¿creemos eso? Si no lo creemos viviremos llenos de angustias, si lo creemos entonces estamos sostenidos por la gracia de Dios y solo entonces es cuando tendremos verdadera fe. ¡Qué así sea! 

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