SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

Domingo 02 / Junio
Mc 14, 12-16. 22-26
«Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre»
CORPUS CHRISTI

 
Hoy celebramos la solemnidad del Corpus Christi, por lo menos el algunos países. Hay otros que aún mantienen la tradición de celebrarlo el jueves.

 
Permítanme en esta homilía hacer un poco de catequesis de este misterio que es fuente y culmen de nuestra vida cristiana.


La Eucaristía siempre ha sido una cuestión conflictiva, y ese conflicto lo sufrió el mismo Cristo cuando decía que tenían que comer su carne y beber su sangre, y muchos de sus discípulos se marcharon. Por eso El pregunta a sus discípulos: ¿también ustedes quieren marcharse? y la respuesta de San Pedro: ¿a dónde iremos Señor?, si solo tu tienes Palabra de Vida Eterna.


Lo primero es preguntarnos quién es la Eucaristía, no qué es la Eucaristía. Porque la Eucaristía no es un algo, una cosa, es un Alguien. Es una persona, es Jesús, Cristo; el Hijo de Dios, el Hijo de María. Presencia Real de Jesucristo.

Jesús se ha quedado en la Eucaristía como un don, como un regalo. Y se ha quedado en la Eucaristía por el mismo motivo por él que se hizo hombre y nació en Belén; por puro amor. Está en la Eucaristía para ayudarnos, y también porque nos necesita. Cuando uno ama a alguien no quiere solo el bien de esa persona, sino también necesita a esa persona. Un ejemplo claro son los padres, quieren el bien de sus hijos, pero también necesitan a sus hijos.

 Jesucristo está en la Eucaristía por amor, por amor a nosotros, pero también es un amor que reclama amor.

 ¿Cómo tendremos nosotros que responder ante la Eucaristía sabiendo esto: «es una persona, es un don y es un acto de amor de esa persona hacia nosotros». ¿Cómo tendremos que responder?

Lo primero que tenemos que hacer ante la presencia real del Señor en la Eucaristía es Adorar y Agradecer.
Adorar porque es Cristo, es El Señor realmente. Agradecerle su presencia consoladora, estar al lado de Él, acompañándolo. ¿Ustedes se imaginan a dos enamorados que no pasen tiempo juntos?

 Yo no puedo imaginar, ni comprender cómo hay católicos que dicen amar mucho al Señor pero no son capaces de estar un tiempo con Jesús, y hay gente que no puede comulgar por algún impedimento canónico, pero tampoco buscan el tiempo para estar con Jesús ante el Sagrario. ¿Acaso a alguien se le ha prohibido alguna vez hablar con Jesús en el Sagrario, a alguien se le ha puesto un requisito para visitar al Señor, para ir a rezar a la Iglesia?

El Señor está en el Sagrario, es realmente Cristo. Se ha quedado por amor a nosotros. Pero también nos necesita. Por eso lo primero que tenemos que hacer es adorar y agradecer, y agradecerle con nuestra compañía.

 El amor a la Eucaristía empieza con la adoración, empieza con la compañía, empieza estando a su lado, como María la de Betania que se sentaba a los pies de Jesús a escucharle.

 Luego, naturalmente, nuestro amor al Señor, nuestro agradecimiento al Señor pasa por las obras de caridad, porque no podemos amar a Dios sino amamos a los hermanos. No tiene sentido, es absurdo decir que amamos a Dios y odiar o ser indiferentes con nuestros hermanos. Pero lo primero es adoración, compañía, agradecimiento; y lo segundo las obras de caridad, el amor a Dios manifestado en el amor al prójimo. Les pongo un ejemplo.Haces mucho por tu familia pero no pasas tiempo con ella, dices que amas a tu mujer y no le dedicas un tiempo para estar a su lado, o al revés.

La Eucaristía es El Señor, es un don que se haya quedado allí, en ese pedacito de pan y este don inmenso reclama de nosotros adoración y agradecimiento.

En segundo lugar, como es un don pide condiciones. Si fuese un derecho no pediría condiciones. Esas condiciones no están ligadas a lo material, están ligadas a la relación con Él. Exige un estado de gracia para poder comulgar. Si estás enfadado con alguien, ¿cómo le vas a dar un abrazo a ese alguien? tienes que quitar primero los motivos del enfado.

Así pasa con la comunión eucarística. Mientras le estás haciendo daño a alguien ¿cómo vas a poderte entender con esa persona?

Comulgar significa estar de acuerdo con lo que la Iglesia enseña y estar en comunión con Cristo. En comunión con la Iglesia, con sus enseñanzas que son las enseñas de Cristo; y en comunión con Cristo estando en gracia de Dios.

 Trataremos a Jesús Eucaristía como quien es, como una Persona que está ahí por amor y que necesita nuestro amor. Y tiene derecho a que le acompañemos, a que le adoremos, a que le amemos. ¡Viva Jesús Eucaristía!

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