SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD -Ciclo B-

Domingo 26 / May
Mt 28, 16-20
«...Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»

La Fiesta de la Santísima Trinidad es una de las grandes fiestas que celebradas en el tiempo ordinario forma parte de esas alegrías resonantes del tiempo pascual que acabamos de terminar.

Hoy es un día para dar catequesis, porque sino damos catequesis aquí, ¿entonces dónde? La Trinidad en Dios es un dogma para todos los cristianos del orbe, católicos o protestantes. Todos los cristianos creemos en el misterio de Dios Uno y Trino.

Es el misterio de Dios Uno y Trino, Tres Personas, un solo Dios. Es esencial entender el Misterio de Dios, aunque no podremos nunca abarcarlo por completo; porque como le dijo aquel angelito a San Agustín: es más fácil verter el mar en un hueco de la playa, que entender matemáticamente el misterio de Dios en nuestra mente. Díos no es una fabricación humana, es imposible abarcarlo con nuestro entendimiento.

Y lo que pasa con Dios, pasa incluso con tantas y tantas cosas materiales con las que en nuestra cotidianidad lidiamos. Así por ejemplo, a lo mejor todos tienes que usar una computadora, ¿te has preguntado el cómo y por qué funciona? A lo mejor conocerás los nombres de sus partes, sabrás que tiene una memoria artificial y limitada, pero hasta ahí. Vamos que de seguro un ingeniero electrónico sabrá mucho más de computadoras, pero nosotros no. 

Lo mismo pasa con los carros, yo manejo todos los días, se manejar pero no sé cuál es el funcionamiento exacto y cuando se avería tengo que llevarlo a algún mecánico para que me diga de qué se enfermó el carro, porque yo de carro solo se echarle gasolina.

No es que esas cosas sean un misterio, pero son inaccesibles. Pues Dios es más grande que todo eso, así que imagínense ustedes. 

Una vez el cantante ciego Andrea Bocelli, que es un profundo creyente dijo: «No creo en un reloj sin relojero». Y es cierto eso, por eso lo de la casualidad si que cuesta trabajo creerlo; eso del Bing Bang en el que no había nada y de repente de una explosión se creó el orden. Eso sí cuesta creerlo, es como salir de la habitación con el cuarto desordenado y al regresar encontrarlo ordenado sin que nadie interviniera, pasó un viento por la ventana y ordenó las sábanas, la ropa, los zapatos, etcétera. ¿Puedes creer eso? Yo no.

Es que no podemos meter el infinito en las pequeñas dimensiones de nuestra inteligencia. Tenemos que aprender a tener fe, hay cosas que entendemos pero no todas. 

¿Que nos enseña este Misterio de la Santísima Trinidad? Un solo Dios, Tres Personas. Es decir, unidad y respeto a las diferencias. El Padre nunca quiso despersonalizar al Hijo, nunca quiso que el Hijo fuera una copia suya, un padre pequeñito. Y el Padre y el Hijo no quisieron despersonalizar al Espíritu Santo. No hay un Dios A, un Dios B o un Dios C. No. Tres Personas distintas con una naturaleza común: la divina; pero iguales en dignidad, dónde cada uno es distinto al otro y sin embargo son UNO.

Dios es Familia y en la tierra tenemos que vivir como la familia del cielo, ¿no decimos: «hágase tu voluntad en la tierra como en cielo»? Por tanto tenemos que empezar a valorar las dos cosas que la familia del cielo vive: Unidad y Respeto. 

Esa es la lección y es una gran lección. Respeta las diferencias, las legítimas diferencias, si viéramos las diferencias como un don, como una oportunidad y no como una dificultad entonces nuestras convivencias serian más fáciles.

No pretendas que tú mujer sea como tu, que tú marido sea una fotocopia tuya; no pretendas que tus hijos sean como tu, o tus mayores en casa que ya no ven bien, ya no oyen bien, pero te empeñas en que tienen que aprender a usar internet.

Aprende que la diferencia es un don, es un regalo de Dios. La diferencia legítima, porque hay una ilegítima que tiene su base en el querer hacer lo que me da la gana sin importarme el otro, esa diferencia no es legítima, eso es egoismo. 

Y aprende a dar, porque tú también eres diferente y tu también eres un regalo, pero siempre por encima de todo la UNIDAD. La unidad en la Iglesia, la unidad en la familia, la unidad en la Patria. ¡Qué bien que seamos distintos! 

Pagando el precio de la unidad, porque la unidad tiene un precio. ¿Cuál es ese precio? El amor recíproco y el respeto al otro que tiene derecho a ser distinto, siempre y cuando esa diferencia no rompa la UNIDAD. ¡Qué así sea! 

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GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA