III DOMINGO DE PASCUA -Ciclo B-
Domingo 14 / ABR
Lc 24, 35-48
«Paz a ustedes»
Cada una de las apariciones del Resucitado tienen sus particularidades. La de este domingo tiene una carga especial en la palabra «testigos»: «ustedes serán mis testigos de esto», le dice el Resucitado a sus discípulos.
¿Qué es ser testigo? Ser testigo es ser 'mártir'. Testigo es la traducción al español de la palabra griega 'martirio', recordemos que el autor de este evangelio es el griego Lucas.
¿Qué quiso Jesús decirle a sus discípulos llamándolos a ser testigos de todo lo que habían visto? Les está llamando a ser testigos hasta dar la vida por Él, a ser mártires.
Nadie busca el sufrimiento porque le guste sufrir. El sufrimiento llega sin buscarlo. Es inevitable; ante el sufrimiento no vale la pena los racionamientos y los discursos. Solo queda enfrentarlo con grande ánimo.
¿Estás dispuesto a dar tu vida por Cristo? Cuándo uno está dispuesto a la medida máxima, a dar la vida; todo lo demás le parece poco.
Ser testigos de que Cristo está vivo, de que es necesaria la conversión para el perdón de los pecados.
Ser testigos aunque no hayamos visto con nuestros ojos al Resucitado. ¿Cómo? Perdonando, cuando soy capaz de perdonar estoy siendo testigo de la Resurrección de Cristo; cuando acepto la voluntad de Dios en mi vida, cuando no me dejo agobiar por una convivencia difícil, cuando asisto a mis padres ancianos sin estar esperando que mis otros hermanos hagan lo mismo. Es entonces allí donde soy testigo de que Cristo ha Resucitado.
Cuándo venimos a la Misa Dominical también estamos siendo testigos del Resucitado. También con la conversión personal somos testigos del Resucitado, sin arrepentimiento y sin deseo de cambio no habrá perdón de los pecados. ¿Por qué podemos convertirnos y abrirnos a la Vida Nueva? Porque Cristo ha Resucitado.
Qué la Resurrección de Cristo nos alcance y nos haga participes de la Nueva Creación.-