MIÉRCOLES DE CENIZA

Miércoles 14 / FEB
Mt 6, 1-6. 16-18
«Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»

La Cuaresma viene marcada por una palabra fundamental, la palabra 'Conversión'. La conversión no es solo el proceso por el que alguien que no era católico se integra a nuestra Iglesia. La conversión también es para los de adentro, es volver a un lugar en el que habíamos estado, a volver a una relación que un día tuvimos y que perdimos.

La Cuaresma es un volver al Paraíso, es restaurar la amistad con Dios. Para eso es necesario que dejemos de querer ser dioses, es decir, que dejemos de ser soberbios, porque ese fue el pecado, pretender ser dioses. 

Por eso la Virgen María, la nueva Eva, es la que nos marca esa vuelta al paraíso, reconociendo que no somos dioses y no podemos ser dioses. 

María nos marca ese camino porque ella no tuvo pecado, ni el original ni ningún pecado personal. Y siendo tan pura y tan perfecta no se creyó Dios, sino proclamó que era la Esclava del Señor. 

La Cuaresma es para combatir la soberbia, somos soberbios por todos los sentidos. Tenemos soberbia de la vista, hay cosas que no puedo ver y aún así las veo porqué eres soberbio. No puedes ver pornografía, pero te empeñas en ser Dios de ti mismo y caes una y otra vez en ese pecado.

Hay soberbia de la carne, cuando no soy capaz de controlar mis gustos, cuando quiero gustarlo todo. Y necesito hacer una ascesis, una lucha espiritual con el ayuno, con la abstinencia, con la castidad.

Hay otra soberbia que tiene que ver con el entendimiento, los que quieren saberlo todo. Es una de las peores soberbias y sumada a esa la de pretender resolverlo todo, queremos resolverle la vida a todo el mundo, incluso pretendes hacer feliz al otro, ¿y quién eres tú para hacer feliz al otro, si solo Dios puede hacer feliz al hombre? 

Soberbia de la vista, de la carne, del entendimiento, de pretender resolver los problemas de otros y de hacer feliz a los otros. 

Cinco puntos que podemos ir trabajando cada semana de las semanas de Cuaresma.

Ayúdame Señor a amarte, a fiarme solo de ti, porque solo Tu eres Dios y yo soy solo una pobre criatura. 

Las cenizas que recibiremos en este día son un recordatorio de nuestra mortalidad y de la necesidad de arrepentimiento. Nos recuerdan que somos polvo y que al polvo volveremos, pero también nos señalan la esperanza de la resurrección que Cristo nos ofrece.

Durante estos cuarenta días, busquemos acercarnos más a Dios, a través de la oración, el ayuno y la limosna. Que este tiempo nos ayude a fortalecer nuestra fe, a purificar nuestros corazones y a renovar nuestro compromiso con el Evangelio.

Que el Señor nos bendiga y nos fortalezca en este tiempo de Cuaresma, para que podamos vivirlo con autenticidad y generosidad. Amén.

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GRACIAS VIRGEN DE LA CABEZA