MEDITACIONES CUARESMALES (y II)


Las siete tentaciones del demonio

Vivimos una época tan convulsa que ni siquiera la Iglesia se salva de esas convulsiones que arrastra a muchos hermanos en la fe: laicos, sacerdotes, obispos. Muchos incluso quieren justificar esa crisis. 

Detrás de todo eso está el demonio, decía santo Tomás de Aquino que hay un pecado que es padre o madre de todos los pecados, es el pecado de la soberbia. Por allí actúa el demonio tentándonos con la soberbia. 

Hay 7 modos de soberbia, ojalá que a partir de allí podamos hacer un examen de conciencia para la confesión. Ver qué estamos tentado por el demonio con este pecado que es el mayor de todos. 

1. La soberbia de la vista.
La pornografía. Nuestra época es descarada en todos los niveles, en la publicidad, en las series, en las películas, incluso en las destinadas a niños, Walt Disney ha asumido la ideología de género y ya mete en sus películas relaciones lésbicas y homosexuales.

La soberbia de la vista es considerar que puedo todo sin que pase nada. Y hay que estar atentos. Los padres tienen que estar vigilantes con las tablets y móviles de sus hijos. Pensar que no pasa nada si veo todo, eso es soberbia. Tiene consecuencias graves para el alma ver pornografía. 

2. La soberbia de la carne
Pensar que puedes tener relaciones sin ir a lo concreto y real y que nada va pasar. Cuidado con esa soberbia, cuidado con los chats que te comunican con otra persona que a lo mejor están en otro continente, allí hay infidelidad, infidelidad hasta de ti mismo porque no consigues controlarte. 

Es urgente practicar la virtud de la castidad. La castidad no es solo para los religiosos y sacerdotes, también los casados tienen que practicar una ascesis, una mortificación del cuerpo para que puedas vencer esa soberbia de la carne. 

Tu no eres dueño de tu cuerpo, tu cuerpo es templo del Espíritu Santo. El control del cuerpo es fundamental para llevar una vida honesta y casta. 
El que evita la tentación evita el pecado.

3. La soberbia de la seguridad. 
Estamos hechos para pisar tierra, si piso agua me hundo. Por eso nos cuesta mucho fiarnos, y mientras más adulto te haces, más desconfiado te pones. Eso te lleva a una relación con Dios que es de desconfianza. Cuándo algo no nos sale como hemos querido entramos en crisis. 

La Santísima Virgen nos dice cómo pisar la cabeza de la serpiente: haciéndote esclavo: «He aquí la esclava del Señor» Yo no se qué va a pasar pero yo me fío de ti Señor. Cuándo no confío en el Señor entonces me estoy dejando arrastrar por la soberbia de la seguridad, porque El es mi guardian que nunca duerme, ¿por qué pierdes la paz entonces? ¿por qué el agobio?

4. La soberbia de querer entenderlo todo.
Aquí también la Virgen nos enseña, porque ella nunca preguntó los por qué. Nunca pregunto por qué su hijo siendo hijo de Dios nació en un pesebre, por qué tuvo que huir a Egipto, por qué tuvo que morir San José, por qué su hijo tuvo que padecer esa pasión y muerte cruenta. 

No es soberbia preguntar, la soberbia es preguntar y no fiarse. Porque Jesús también preguntó: "¿Dios mío por qué me has abandonado?" Pero enseguida se fia de su Padre: "en tus manos Señor".

Aceptar el misterio es una acto de confianza en Dios, no aceptarlo es un acto de soberbia. 

5. La soberbia de querer tener el control de la propia vida y la vida de los demás.   
Cuándo tienes planes, y eso es inevitable, siempre es bueno tenerlos, un plan A, un plan B y hasta un plan C. Cuando los planes no se dan, entonces llega la soberbia, porque se te olvida que no puedes tener el control de tu historia ni la de los tuyos. Tienes que estar concientes que el sufrimiento y el dolor siempre serán una posibilidad, no solo el triunfo y el éxito puedes ponerlo en horizonte de tus posibilidades. También siempre, y nadie escapa de eso, llega la enfermedad, la separación, la muerte.

La felicidad no se la puede dar nadie a nadie, por eso es soberbia querer tener el control de la felicidad del otro. Ni tu mismo puedes darte felicidad. La única fuente de felicidad es Dios, es el Único que puede darla.

Al otro lo puedes ayudar, puedes constribuirle en su estabilidad, a los hijos, a los amigos; pero nunca puedes garantizarle la felicidad, porque tú no eres Dios. 

6. La soberbia de no aceptar los limites.
Por ejemplo, no asumir los límites de la edad y de la enfermedad. Cuándo percibes el dolor como una injusticia y dices: ¿por qué a mí? ¿por qué esta enfermedad? ¿por qué se me rompen los huesos? ¿por qué me vino este cáncer? Etcétera... Es la vida, y la vida se deteriora, no puedes considerarlo como una injusticia y echarle a Dios la culpa. Nadie te ha dicho que ibas a vivir lozano y saludable para siempre. ¿Es doloroso? Si. Pero la soberbia está cuando me rebelo contra eso. Enfermarse y morirse es parte de la vida. Tenemos fecha de caducidad, si murieron nuestros abuelos, padres hermanos, ¿piensas que te vas a quedar? ¿para ti la vida es Cristo? ¿Y entonces? 

Si te llega una enfermedad, o la vejez, o un accidente incapacitante y te revuelves contra Dios, eso es soberbia.

El hombre no es el centro del universo, por mucho que Miguel Angel, lo haya pintado de ese modo. El hombre no es la medida de todas las cosas, o mejor dicho, solo un Hombre es la medida de todas las cosas: el Hombre-Dios, Jesucristo, El es el centro del universo.

Cuándo yo quiero que todos giren alrededor de mi y que cualquier cosa se haga en función de mis gustos, de mis caprichos, de mi pecados incluso, entonces estoy pecando de soberbia.

Tu no eres el centro, el centro es Jesucristo, Rey del Universo. Hay que reconocer ese pecado en nuestros exámenes de conciencia. Las cosas no pueden hacerse como a ti te gusta. 

7. La Soberbia de la soberbia.
Tu no puedes decidir por ti mismo lo que es bueno y lo que es malo, es la ciencia del bien y del mal que en el libro del Génesis está significado en un arbol. Tú tienes prohibido comer de ese árbol. 

Esa ciencia solo está reservada a Dios, solo Dios Creador y Padre puede decidir esto está bien, esto está mal. Y no lo decide por capricho, sino por amor. Y lo ha inscrito en tu naturaleza, con la ley moral natural tan oscurecida, y te lo ha revelado por los patriarcas, los profetas y en los últimos tiempos por su Hijo Jesucristo. 

Ahora en ese paraíso llegó la serpiente engañando, diciendo que si Dios ha prohibido eso es porque nos tiene miedo, que si comían de ese árbol nada podía pasarles, hace ver la serpiente, que el engañador es Dios, y les dice: "si ustedes deciden por ustedes mismos qué es bueno y qué es malo, serán como dioses".

Esa es la profundidad de la soberbia, ese es el pecado original que Cristo vino a destruir, que Cristo nos borra con el Bautismo, pero han quedado sus cicatrices que siempre quieren reincidir.

Eva tan bien fue inmaculada como lo fue la Virgen María. También, teóricamente, María pudo haber pecado. Pero el pecado entra en el mundo porque una mujer quiere ser diosa (Eva), pero otra mujer (María) quiere ser la esclava del Señor, reconoce que no es, ni puede ser diosa. 

El relativismo moral del que hablaba mucho Benedicto XVI, es el nuevo pecado original. Las cosas son buenas o malas en si mismas, no en mi cabeza.  Solo Dios es Dios. «¿Quién cómo Dios?», dice San Miguel Arcángel cuando venció al demonio; ¿Quién eres tú? Estás dispuesto a decir que eres solo el esclavo del Señor, solo su esclava, fiate de El.
¡Qué así sea!









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