MEDITACIONES CUARESMALES (I)


SER SANTO HOY

Quiero comenzar estás meditaciones con el ideal cristiano de todos los fieles cristianos, porque el cristianismo tiene un ideario, el cristiano tiene un quehacer.

El cristiano está llamado a ser santo. Cuándo Jesús habla de la santidad usa el verbo ser: "sean perfectos...", "sean santos...". Usa el verbo ser, no el verbo 'hacer' o el verbo 'tener'

Jesús con esa invitación nos está diciendo que la santidad consiste en parecernos lo más posible a Dios que nos ha creado, 'ser como', no iguales porque no somos dioses, pero si volver a estado original de la creación, ser 'imagen y semejanza de El'.

Las obras siempre tienen que ser consecuencia del ser. El ser es la base, el hacer es la consecuencia. Tengo que tratar de ser como Dios, ¿y cómo es Dios?

Dios es Amor. Por tanto ya tenemos que la santidad consiste en amar, pero en amar como Dios, no como el mundo. El que ama como Dios es santo.

La maestra Teresa de Jesús decía que lo que había que hacer es contemplar. Contemplar es una forma de rezar, no desde el hablar con Dios, sino desde el ver. Contemplar, Ver. Santa Teresa nos decía qué tenemos que contemplar: a Cristo Crucificado.
¿Qué significa esa Cruz? El amor de Dios. ¡Dios mío, cuánto me has amado! ¡Cuánto te he costado! Contempla a Cristo Crucificado ahora aquí en esta cuaresma.

¿Y cuál es la motivación que me lleva amar como Cristo? Esa motivación es el agradecimiento, no el miedo o el interés, sino el agradecimiento. Porque el miedo o el interés me lleva a la acción desde lo mínimo, pero el agradecimiento me lleva al máximo, y el amor siempre es lo máximo.

Ser santo, por tanto, es intentar ser como Dios, y Dios es amor; por tanto ser santo es amar como Dios; y para eso necesito un motivo, y ese motivo es el agradecimiento que surge de la contemplación a Dios (adoración) y a mi mismo (examen de conciencia). Y a continuación entramos en las obras, mostrar mi amor con obras de amor, mostrar mi agradecimiento con amor.

¿Cómo puedo tener obras de amor si no se lo que es amor? Allí viene el problema del relativismo, allí se hace difícil el camino de la santidad porque el hombre ha perdido la capacidad de distinguir el bien del mal.

 Por eso el reto es conocerse a si mismo. «Qué yo me conozca Señor, que yo te conozca» Pídele al Espíritu Santo que te dé la gracia todos los días de hacer un buen examen de ciencia, no esperes la Cuaresma para hacerlo o el momento antes de la confesión.

 Todos los días "contempla" a Jesús en la Cruz y "contémplate" a ti mismo, mira tu barro, no te engañes, mírate y asústate; mira a Jesús y arrodíllate y dile como la Virgen: 'Estoy aquí Señor, para hacer tu voluntad".


II.
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y Dios es amor, la santidad es una tarea de acercarnos a la naturaleza de Dios y amar como El ama.

 El único motivo para querer ser santos es el agradecimiento y eso lo alcanzamos con la contemplación y la contemplación de Cristo Crucificado. Eso nos lleva a ser santos por el agradecimiento a Dios.

 El gran obstáculo es cuando desconocemos, cuando yo no me conozco y no conozco a Dios, porque cuando eso pasa entonces creo que tengo 'derecho a', es decir llego a pensar que he tenido el derecho de que Jesús muriera por mi, tengo el derecho a los beneficios redentores de su sangre, porque me considero bueno, que los malos queden excluidos de ese bendiciones, pero yo no porque me considero bueno. 

Todavía no me doy cuenta que soy una vasilla de barro y que Dios ha muerto por mi y por todos los peores pecadores de este mundo.

 
¿Cómo hago entonces?
Cristo nos proporciona tres cosas fundamentales para poder ser santos: Luz, Fortaleza y Misericordia.


La luz me saca de las tinieblas y me hace ver lo que no he visto. La luz es la enseñanza. Para ser santo, es necesario saber en qué consiste eso; y tengo que enterarme porque el mundo que me rodea ya no tiene conciencia ni siquiera humana del bien y del mal.

Llama hasta derecho el homicidio de un niño en el vientre de su madre, un derecho de la mujer. Es una epidemia el relativismo, ¿qué nos salva? La enseñanza de la Iglesia que es la Luz de Cristo en el mundo. Por eso es tan necesaria la catequesis de la Iglesia, eso no es perder el tiempo, eso es dejar que Cristo nos ilumine.

Decía Benedicto XVI: «Lo que antes sabían los niños, hoy no lo saben los ancianos». Hemos perdido la capacidad de llegar con la luz de Cristo a unas tres generaciones como mínimo. 

Hay aceptaciones colectivas de sacrilegios en nuestra Iglesia como por ejemplo comulgar en pecado mortal porque ya nadie quiere confesarse y los curas no queremos confesar. Eso nos ha destruido la conciencia moral del pueblo de Dios, se ha suprimido el concepto de pecado, todo vale como enseñanza de la Iglesia y los fieles se han bebido ese veneno.

Tu no puedes acércate a la comunión con un puñal para clavárselo a Cristo en su Corazón. Tu tienes que reconocer que hay pecados que te impiden la comunión sacramental con Cristo. Necesitas la Luz de Cristo, solo la de Cristo. No la luz intermitente y relativa del mundo.

 ¿Cómo puede llegar la gracia santificante si no pides perdón?, ¿sino ves como bueno lo que es pecado?

 ¿Se puede ser santo en la Iglesia de hoy? Para eso Dios nos ha puesto en la Iglesia, para ser santos. Si en la Iglesia no puedes ser santo entonces no tienes lugar en élla. Ser la luz del mundo es la gran lucha que tenemos que hacer dentro de la Iglesia. El mundo va cómo va, llamando derecho a los asesinatos de niños inocentes, cambiando la configuración de las familias. 

Pero nosotros no somos del mundo, nuestra lucha es querer iluminar a ese mundo que se sigue engañando por la serpiente como en el Paraíso, eso no es historia, eso se repite todos los días con el relativismo. Hemos comido hasta saciarnos del fruto prohibido y ahora pagamos las consecuencias. 

El hombre se ha reducido a puro sexo y comida. No hay familias, hay pueblos sin niños, la sexualidad mueve al mundo, dicen que más de la mitad del tráfico del internet está dedicado a la pornografía, que el 90% de los jóvenes entre 14-24 años consumen pornografía una vez a la semana.

Ese es el resultado de no saber distinguir el bien del mal, ahora campea la pornografía, las drogas, el alcohol, el suicidio de adolescentes, las violaciones. Hagamos un esfuerzo  nosotros por no dejarnos engañar. Dile a Jesús: «se tu mi luz; dame tu luz y tu gracia que éllas solo me guíen».

Sin la luz de Cristo que se nos da en el Bautismo no podemos combatir, no podemos ser fuertes, no podemos obrar con misericordia. Por eso lo primero será dejarnos luminar siempre por la Luz de Cristo, que esa Luz nos guíe en las tinieblas de este mundo. !Qué así sea!


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