Domingo XXX -tiempo ordinario- A
Domingo 29/Oct
Domingo XXX - A
Mt 22,34-40
Amar a Dios y amar al prójimo. D
El evangelio de este domingo nos habla de algo que para todos nosotros es muy conocido, de algo que todos sabemos; pero de algo que la mayoría no sabemos practicar. En la teoria estamos muy bien, pero la práctica la tenemos muy lejos. Veamos cuatro ideas que nos ayuden a vivir este primordial mandato del Señor.
1.) Tendemos amar a los nuestros, a la familia, a los amigos, al que no te lleva la contraria, al que nos cae bien, al que tiene mis mismos gustos, al que me hace favores y dice cosas buenas de mi, etc. A todos esos los amamos sin contrariedad, pero muy distinto es cuando el otro no es mi familia, no es mi amigo, siempre me lleva la contraria, es un aprovechado, habla mal de mi, etc. Amar a esas personas ya no es tan fácil.
Por eso San Lucas nos dice en el cap. 6: "si amas solo a los que te aman, ¿qué mérito tienen?, eso también lo hacen los paganos. Esto es muy importante tenerlo en cuenta. Si nosotros solo amamos a aquellas personas que nos quieren, que se comportan bien con nosotros, ¿qué estamos haciendo de extraordinario? Si nosotros vamos hacer lo mismo que pudiera hacer un ateo, ¿qué mérito tiene eso? Ser cristiano se tiene que notar en algo, sino ¿qué sentido tiene ser cristiano?
Y Jesús, como no podía ser de otro modo, nos dice: "Amen a los que les odian, recen por los que les persiguen". Osea que Jesús nos está diciendo que como cristianos que somos tenemos que dar un paso más, que no podemos quedarnos con amar solo a los nuestros y a los que nos corresponden.
2.) La segunda idea es que tenemos que amarnos como Dios nos ama, por eso no puede ser un punto de referencia solo el amar a los demás así como nos amamos nosotros mismos. Antes tenemos que conocer el amor de Dios y una vez experimentado cómo nos ama Dios, así es como tenemos que amar nosotros a los demás.
¿Y por qué el amor que nos tenemos a nosotros mismos no puede ser sin más el punto de referencia al amor a los demás? Muy sencillo. Si yo no estoy bien conmigo mismo, si yo tengo heridas que me hacen sufrir y que aún no he podido sanar, entonces yo no me amaré bien a mi mismo, y sino me amo a mi mismo, ¿cómo voy amar a los demás? Los demás sufrirán el estado de ánimo que yo tenga.
Tenemos que aprender aceptarnos tal y como somos, con nuestros defectos e imperfecciones. Pero no podemos quedarnos solo en ese punto, sino que también tenemos que aceptar la Misericordia de Dios, porque cuando descubro que Dios me ama tal y como soy, eso me capacita también para amar a los demás tal y como son, con todo y sus imperfecciones, que suele ser lo que no sabemos aceptar en los demás.
Jesús a su único y nuevo mandamiento, lo reformuló. El pasa a decir que tenemos que amar a los demás como a nosotros mismos, a decir que tenemos que amar a los demás como El nos ha amado (Jn 15, 12-27) Es distinto, ¿cómo nos ha amado El?
El nos ha amado hasta entregar su vida por nosotros. Por tanto no es igual amar a los demás como a nosotros mismos, que amar a los demás como nos ha amado Dios, porque Dios nos ama infinitamente.
3.) Dios nos ama tal y como somos, a pesar de nuestros defectos e imperfecciones. A veces podriamos pensar que no nos merecemos el amor de Dios, tal vez eso no lo pensemos mucho tanto como si pensamos que hay personas que no se merecen el amor de Dios, que Dios no los puede perdonar por las cosas horribles que han hecho en la vida, que no merecen el amor de Dios. Afirmar eso no es entender el amor de Dios, es no creer que Dios puede perdonarnos.
Dios es amor y no puede hacer otra cosa que amar. El amor verdadero, que es el amor de Dios, no necesita méritos para amarnos porque el amor de Dios es incondicional. Y cuando nosotros tenemos experiencia de ese amor por parte de Dios o de algunas personas sucede algo muy sencillo, empezamos a amar también del mismo modo. Por encima de los méritos, de las condiciones, de las circunstancias. Empiezo amar porque me han amado a pesar de...
Pero atención.! Dios nos ama como somos y con nuestras imperfecciones. Si. Dios nos ama así, pero Dios nos sueña santos, Dios desea que seamos santos. Y eso no podemos olvidarlo nunca, porque a veces pareciera que nos justificamos ante nuestras imperfecciones, pero olvidamos lo que Dios desea para nosotros. Te sueña santo.
4.) Dios cree en nuestra capacidad de amar. Dios está convencido de que somos capaces de amar. Claro que está convencido, El nos ha creado a su imagen y semejanza. ¿Recuerdan aquel pasaje en el que Jesús confía a Pedro su Iglesia? ¿Recuerdan en qué momento lo hace el Señor?. Lo hace una vez que Pedro ha caído y se ha levantado, no lo hace antes. ¿Cuándo el Señor pone a Pedro al frente de su Iglesia? Lo pone cuando Pedro ha experimentado algo muy importante en su vida, ha experimentado el amor incondicional de Dios. Es entonces cuando lo pone al frente de su Iglesia.
Hermanos, es muy importante que experimentemos el amor de los demás. El hecho de que experimentemos en nuestra vida el amor de los demás. El hecho de que nos sintamos amados y queridos por los demás, nos capacita para grandes obras. Y si nos capacita el hecho de que nos amen los demás para hacer buenas obras, cuánto más nos capacitará el Amor que Dios nos tiene. Es eso lo que nos capacita al amor a los demás.
Mira a Cristo en la cruz, de ese modo el quiere que ames.-
Domingo XXX - A
Mt 22,34-40
Amar a Dios y amar al prójimo. D
El evangelio de este domingo nos habla de algo que para todos nosotros es muy conocido, de algo que todos sabemos; pero de algo que la mayoría no sabemos practicar. En la teoria estamos muy bien, pero la práctica la tenemos muy lejos. Veamos cuatro ideas que nos ayuden a vivir este primordial mandato del Señor.
1.) Tendemos amar a los nuestros, a la familia, a los amigos, al que no te lleva la contraria, al que nos cae bien, al que tiene mis mismos gustos, al que me hace favores y dice cosas buenas de mi, etc. A todos esos los amamos sin contrariedad, pero muy distinto es cuando el otro no es mi familia, no es mi amigo, siempre me lleva la contraria, es un aprovechado, habla mal de mi, etc. Amar a esas personas ya no es tan fácil.
Por eso San Lucas nos dice en el cap. 6: "si amas solo a los que te aman, ¿qué mérito tienen?, eso también lo hacen los paganos. Esto es muy importante tenerlo en cuenta. Si nosotros solo amamos a aquellas personas que nos quieren, que se comportan bien con nosotros, ¿qué estamos haciendo de extraordinario? Si nosotros vamos hacer lo mismo que pudiera hacer un ateo, ¿qué mérito tiene eso? Ser cristiano se tiene que notar en algo, sino ¿qué sentido tiene ser cristiano?
Y Jesús, como no podía ser de otro modo, nos dice: "Amen a los que les odian, recen por los que les persiguen". Osea que Jesús nos está diciendo que como cristianos que somos tenemos que dar un paso más, que no podemos quedarnos con amar solo a los nuestros y a los que nos corresponden.
2.) La segunda idea es que tenemos que amarnos como Dios nos ama, por eso no puede ser un punto de referencia solo el amar a los demás así como nos amamos nosotros mismos. Antes tenemos que conocer el amor de Dios y una vez experimentado cómo nos ama Dios, así es como tenemos que amar nosotros a los demás.
¿Y por qué el amor que nos tenemos a nosotros mismos no puede ser sin más el punto de referencia al amor a los demás? Muy sencillo. Si yo no estoy bien conmigo mismo, si yo tengo heridas que me hacen sufrir y que aún no he podido sanar, entonces yo no me amaré bien a mi mismo, y sino me amo a mi mismo, ¿cómo voy amar a los demás? Los demás sufrirán el estado de ánimo que yo tenga.
Tenemos que aprender aceptarnos tal y como somos, con nuestros defectos e imperfecciones. Pero no podemos quedarnos solo en ese punto, sino que también tenemos que aceptar la Misericordia de Dios, porque cuando descubro que Dios me ama tal y como soy, eso me capacita también para amar a los demás tal y como son, con todo y sus imperfecciones, que suele ser lo que no sabemos aceptar en los demás.
Jesús a su único y nuevo mandamiento, lo reformuló. El pasa a decir que tenemos que amar a los demás como a nosotros mismos, a decir que tenemos que amar a los demás como El nos ha amado (Jn 15, 12-27) Es distinto, ¿cómo nos ha amado El?
El nos ha amado hasta entregar su vida por nosotros. Por tanto no es igual amar a los demás como a nosotros mismos, que amar a los demás como nos ha amado Dios, porque Dios nos ama infinitamente.
3.) Dios nos ama tal y como somos, a pesar de nuestros defectos e imperfecciones. A veces podriamos pensar que no nos merecemos el amor de Dios, tal vez eso no lo pensemos mucho tanto como si pensamos que hay personas que no se merecen el amor de Dios, que Dios no los puede perdonar por las cosas horribles que han hecho en la vida, que no merecen el amor de Dios. Afirmar eso no es entender el amor de Dios, es no creer que Dios puede perdonarnos.
Dios es amor y no puede hacer otra cosa que amar. El amor verdadero, que es el amor de Dios, no necesita méritos para amarnos porque el amor de Dios es incondicional. Y cuando nosotros tenemos experiencia de ese amor por parte de Dios o de algunas personas sucede algo muy sencillo, empezamos a amar también del mismo modo. Por encima de los méritos, de las condiciones, de las circunstancias. Empiezo amar porque me han amado a pesar de...
Pero atención.! Dios nos ama como somos y con nuestras imperfecciones. Si. Dios nos ama así, pero Dios nos sueña santos, Dios desea que seamos santos. Y eso no podemos olvidarlo nunca, porque a veces pareciera que nos justificamos ante nuestras imperfecciones, pero olvidamos lo que Dios desea para nosotros. Te sueña santo.
4.) Dios cree en nuestra capacidad de amar. Dios está convencido de que somos capaces de amar. Claro que está convencido, El nos ha creado a su imagen y semejanza. ¿Recuerdan aquel pasaje en el que Jesús confía a Pedro su Iglesia? ¿Recuerdan en qué momento lo hace el Señor?. Lo hace una vez que Pedro ha caído y se ha levantado, no lo hace antes. ¿Cuándo el Señor pone a Pedro al frente de su Iglesia? Lo pone cuando Pedro ha experimentado algo muy importante en su vida, ha experimentado el amor incondicional de Dios. Es entonces cuando lo pone al frente de su Iglesia.
Hermanos, es muy importante que experimentemos el amor de los demás. El hecho de que experimentemos en nuestra vida el amor de los demás. El hecho de que nos sintamos amados y queridos por los demás, nos capacita para grandes obras. Y si nos capacita el hecho de que nos amen los demás para hacer buenas obras, cuánto más nos capacitará el Amor que Dios nos tiene. Es eso lo que nos capacita al amor a los demás.
Mira a Cristo en la cruz, de ese modo el quiere que ames.-